Uno para el otro
6/3/2016
Romanos 12:3-8
El orgullo es un pecado que está en nosotros por naturaleza; necesitamos que se nos advierta y que seamos armados en su contra. Todos los santos constituyen un cuerpo en Cristo que es la Cabeza del cuerpo, y el centro común de su unidad. En el cuerpo espiritual hay algunos que son aptos para una clase de obra y don llamados a ella; otros, para otra clase de obra. Tenemos que hacer todo el bien que podamos, unos a otros, y para provecho del cuerpo. Si pensáramos debidamente en los poderes que tenemos, y cuán lejos estamos de aprovecharlos apropiadamente, eso nos humillaría. Pero, como no debemos estar orgullosos de nuestros talentos, debemos cuidarnos, no sea que so pretexto de la humildad y la abnegación, seamos perezosos en entregarnos para beneficio de los demás. No debemos decir, no soy nada, así que me quedaré quieto y no haré nada; sino no soy nada por mí mismo y, por tanto, me daré hasta lo sumo en el poder de la gracia de Cristo. Sean cuales fueren nuestros dones o situaciones, tratemos de ocuparnos humilde, diligente, alegre y con sencillez, sin buscar nuestro propio mérito o provecho, sino el bien de muchos en este mundo y el venidero. Señor y Maestro
6/2/2016
Juan 13:13-20
Nuestro Señor Jesús hace muchas cosas cuyo significado ni sus discípulos saben en el presente, pero lo sabrán después. Al final vemos qué era lo bueno de los hechos que parecían peores. No es humildad, sino incredulidad rechazar la oferta del evangelio como si fueran demasiado ricos para que sea para nosotros o noticia demasiado buena para ser cierta. Todos los que son espiritualmente lavados por Cristo tienen parte en Él, y solamente ellos. A todos los que Cristo reconoce y salva, los justifica y santifica. Pedro se somete más de lo requerido; ruega ser lavado por Cristo. ¡Cuán ferviente es por la gracia purificadora del Señor Jesús, y el efecto total de ella, hasta en sus manos y cabeza! Los que desean verdaderamente ser santificados, desean ser santificados por completo, y que sea purificado todo el hombre, en todas sus partes y poderes. El creyente verdadero es así lavado cuando recibe a Cristo para su salvación. Entonces, véase cuál debe ser el afán diario de quienes, por gracia, están en un estado justificado, esto es, lavar sus pies; limpiar la culpa diaria, y estar alertas contra toda cosa contaminante. Esto debe hacernos sumamente cautos. Desde el perdón de ayer debemos ser fortalecidos contra la tentación de este día. Cuando se descubren hipócritas, no debe ser sorpresa ni causa de tropiezo para nosotros. Fijaos en la lección que enseña aquí Cristo. Los deberes son mutuos; debemos aceptar ayuda de nuestros hermanos y debemos darles ayuda. Cuando vemos que nuestro Maestro sirve, no podemos sino ver cuán inconveniente es dominar para nosotros. Y el mismo amor que llevó a Cristo a rescatar y reconciliar a sus discípulos, cuando eran enemigos, aún influye sobre Él. Hechos 4:5-14
Estando lleno del Espíritu Santo, Pedro deseaba que todos entendieran que el milagro había sido obrado e_n el nombre y el poder de Jesús de Nazaret, el Mesías, al que ellos habían crucificado; y esto confirmaba el testimonio de su resurrección de entre los muertos, lo cual probaba que era el Mesías. Estos dirigentes debían ser salvados por ese Jesús al que habían crucificado o perecer por siempre. El nombre de Jesús es dado a los hombres de toda edad y nación, porque los creyentes son salvos de la ira venidera solo por Él. Sin embargo, cuando la codicia, el orgullo o cualquier pasión corrupta reina por dentro, los hombres cierran sus ojos y cierran sus corazones, con enemistad contra la luz, considerando ignorantes e indoctos a todos los que desean no saber nada si no es Cristo crucificado. Los seguidores de Cristo actuarán en esa forma para que todos los que hablen con ellos, sepan que han estado con Jesús. Esto los hace santos, celestiales, espirituales y jubilosos, y los eleva por encima de este mundo. |
AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |