LA VOZ DE DIOS
6/2/2022
Juan 1:19-28
18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Testimonio de Juan el Bautista 19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, ¿quién eres? 20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. El pueblo esperaba un gran líder, estaban enfocado solo en el mundo físico. El Mesías prometido venia para traer libertad espiritual primera. El hijo unigénito del padre. Juan niega ser el Cristo esperado. Vino en el espíritu y el poder de Elías, pero no era la persona de Elías. Juan no era aquel Profeta del cual Moisés habló, que el Señor levantaría de sus hermanos como para Él. No era el profeta que ellos esperaban los rescataría de los romanos. Se presentó de tal manera que podría haberlos despertado y estimulado para que lo escucharan. Bautizó a la gente con agua como profesión de arrepentimiento y como señal externa de las bendiciones espirituales que les conferiría el Mesías, que estaba en medio de ellos, aunque ellos no le conocieron, Aquel al cual él era indigno de dar el servicio más vil. PLENITUD Y GRACIA SOBRE GRACIA
6/1/2022
Jaun 1:14-18
Juan el Bautista vino a dar testimonio de Jesús. Nada revela con mayor plenitud las tinieblas de la mente de los hombres que cuando apareció la Luz y hubo necesidad de un testigo para llamar la atención a ella. Cristo era la Luz verdadera; esa gran Luz que merece ser llamada así. Por su Espíritu y gracia ilumina a todos los que están iluminados para salvación; y los que no están iluminados por Él, perecen en las tinieblas. Cristo estuvo en el mundo cuando asumió nuestra naturaleza y habitó entre nosotros. El Hijo del Altísimo estuvo aquí en este mundo inferior. Estuvo en el mundo, pero no era del mundo. Vino a salvar a un mundo perdido, porque era un mundo de Su propia hechura. Sin embargo, el mundo no le conoció. Cuando venga como Juez, el mundo le conocerá. Muchos dicen que son de Cristo, aunque no lo reciben porque no dejan sus pecados ni permiten que Él reine sobre ellos. Todos los hijos de Dios son nacidos de nuevo. Este nuevo nacimiento es por medio de la palabra de Dios, 1 Pedro 1, 23, y por el Espíritu de Dios en cuanto a Autor. Por su presencia divina Cristo siempre estuvo en el mundo, pero, ahora que iba a llegar el cumplimiento del tiempo, Él fue, de otra manera, Dios manifestado en la carne. Obsérvese, no obstante, los rayos de su gloria divina que perforaron este velo de carne. Aunque tuvo en la forma de siervo, en cuanto a las circunstancias externas, respecto de la gracia su forma fue la del Hijo de Dios cuya gloria divina se revela en la santidad de su doctrina y en sus milagros. Fue lleno de gracia, completamente aceptable a su Padre, por tanto, apto para interceder por nosotros; y lleno de verdad, plenamente consciente de las cosas que iba a revelar. Cronológicamente y en la entrada en su obra, Cristo vino después de Juan, pero en toda otra forma fue antes que él. La expresión muestra claramente que Jesús tenía existencia antes de aparecer en la tierra como hombre. En Él habita toda plenitud, de quien solo los pecadores caídos tienen, y recibirán por fe, todo lo que los hace sabios, fuertes, santos, útiles y dichosos. Todo lo que recibimos por Cristo se resume en esta sola palabra: gracia; recibimos: “gracia sobre gracia “un don tan grande, tan rico, tan inapreciable; la buena voluntad de Dios para con nosotros, y la buena obra de Dios en nosotros. La ley de Dios es santa, justa y buena; y debemos hacer el uso apropiado de ella. Pero no podemos derivar de ella el perdón, la justicia o la fuerza. Nos enseña a adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador, pero no puede tomar el lugar de esa doctrina. Como ninguna misericordia procede de Dios para los pecadores sino por medio de Jesucristo, ningún hombre puede ir al Padre sino por Él; nadie puede conocer a Dios salvo que Él lo dé a conocer en el Hijo unigénito y amado. |
AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |