HIJOS DE DIOS
8/2/2018
1 Juan 3: 1-10
El pecado es rechazar la ley divina. En Cristo no hubo pecado. Él asumió todas las debilidades, pero sin pecado, que fueron consecuencias de la caída, esto es, todas esas debilidades de la mente o cuerpo que someten al hombre a los sufrimientos y lo exponen a la tentación. Pero Él no tuvo nuestra debilidad moral, nuestra tendencia al pecado. El que permanece en Cristo no practica habitualmente el pecado. Renunciar al pecado es la gran prueba de la unión espiritual con el Señor Cristo, y de la permanencia en Él y en su conocimiento salvador. La persona regenerada no puede pecar como pecaba antes de nacer de Dios. Existe esa luz en su mente que le muestra el mal y la malignidad del pecado. Existe esa inclinación en su corazón que le dispone a aborrecer y odiar el pecado. Existe el principio espiritual que se opone a los actos pecaminosos. Y existe el arrepentimiento cuando se comete el pecado. Pecar intencionalmente es algo contrario a él. Los hijos de Dios y los hijos del diablo tienen sus caracteres diferentes. La simiente de la serpiente es conocida por su descuido de la religión y por su odio a los cristianos verdaderos. Sólo es justo ante Dios, como creyente justificado, el que es enseñado y dispuesto a la justicia por el Espíritu Santo. En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo. Los profesantes del evangelio deben tomar muy a pecho estas verdades y probarse a sí mismos por ellas. FE, ESPERANZA, AMOR
8/1/2018
1 Corintios 13:8-13
El amor es preferible a los dones en que se enorgullecían los corintios. Por su permanencia, el amor es una gracia que dura como la eternidad. Todas las cosas son oscuras y confusas ahora, comparadas con lo que serán después. Ellas sólo se pueden ver como por el reflejo de un espejo, pero en el más allá nuestro conocimiento será libre de toda oscuridad y error. Es la luz del cielo únicamente la que eliminará todas las nubes y tinieblas que nos ocultan la faz de Dios. Para resumir, la excelencia del amor es preferible no sólo a los dones, sino a las otras gracias, la fe y la esperanza. La fe se fija en la revelación divina, y ahí se asienta, confiando en el Redentor Divino. La esperanza se aferra a la dicha futura, y la espera, pero, en el cielo, la fe será absorbida por la realidad, y la esperanza por la dicha. No hay lugar para creer y tener esperanza cuando vemos y disfrutamos. Pero allá, el amor será perfeccionado. Allá amaremos perfectamente a Dios. Allá nos amaremos perfectamente unos a otros. ¡Bendito estado! ¡Cuánto supera a lo mejor de aquí abajo! Dios es amor, 1 Juan 4: 8, 16. Donde Dios se ve como es, y cara a cara, ahí está el amor en su mayor altura; solamente ahí será perfeccionado. |
AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |