Estad firmes en la libertad
8/4/2022
Gálatas 5:1-15
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. 7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Esta persuasión no procede de aquel que os llama. 9 Un poco de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. 11 Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! 13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. Cristo no será el Salvador de nadie que no lo reciba y confíe en Él como su único Salvador. Prestemos oído a las advertencias y las exhortaciones del apóstol a estar firmes en la doctrina y la libertad del evangelio. Todos los cristianos verdaderos que son enseñados por el Espíritu Santo esperan la vida eterna, la recompensa de la justicia, y el objeto de su esperanza, como dádiva de Dios por fe en Cristo; y no por amor de sus propias obras. El convertido judío puede observar las ceremonias o afirmar su libertad, el gentil puede desecharlas o participar en ellas, siempre y cuando no dependa de ellas. Ningún privilegio o profesión externo servirá para ser aceptos de Dios sin la fe sincera en nuestro Señor Jesús. La fe verdadera es una gracia activa; obra por amor a Dios y a nuestros hermanos. Que estemos en el número de aquellos que, por el Espíritu, aguardan la esperanza de justicia por la fe. El peligro de antes no estaba en cosas sin importancia en sí, como ahora son muchas formas y observancias. Pero sin la fe que obra por el amor, todo lo demás carece de valor, y comparado con ello las otras cosas son de escaso valor. La vida del cristiano es una carrera en la cual debe correr y mantenerse si desea obtener el premio. No basta con que profesemos el cristianismo; debemos correr bien viviendo conforme a esa confesión. Muchos que empezaron bien en la religión son estorbados en su avance o se desvían del camino. A los que empezaron a salirse del camino o a cansarse les corresponde preguntarse seriamente qué les estorba. La opinión o la persuasión, versículo 8, sin duda, era la de mezclar las obras de la ley con la fe en Cristo en cuanto a la justificación. El apóstol deja que ellos juzguen de dónde surgió, pero muestra lo suficiente para indicar que no se debe a nadie sino a Satanás. Para las iglesias cristianas es peligroso animar a los que siguen errores destructores, pero en especial a los que los difunden. Al reprender el pecado y el error, siempre debemos distinguir entre los líderes y los liderados. Los judíos se ofendían porque se predicaba a Cristo como la única salvación para los pecadores. Si Pablo y los otros hubieran aceptado que la observancia de la ley de Moisés debía unirse a la fe en Cristo, como necesaria para la salvación, entonces los creyentes hubieran podido evitar muchos de los sufrimientos que tuvieron. Hay que resistir los primeros indicios de esa levadura. Ciertamente los que persisten en perturbar a la Iglesia de Cristo deben soportar su juicio. El evangelio es una doctrina conforme a la piedad, 1 Timoteo vi, 3, y está lejos de consentir con el menor pecado, que nos somete a la obligación más fuerte de evitarlo y vencerlo. El apóstol insiste en que toda la ley se cumple, en una palabra: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Si se pelean los cristianos, que deben ayudarse mutuamente y regocijarse unos en otros, ¿qué puede esperarse, sino que el Dios de amor niegue su gracia, que el Espíritu de amor se vaya, y prevalezca el espíritu maligno que busca destruirlos? -Bueno fuera que los creyentes se pusieran en contra del pecado en ellos mismos y en los lugares donde viven, en vez de morderse y devorarse unos a otros con motivo de diversidad de opinión diferente. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Archives
November 2023
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