No perdáis, pues, vuestra confianza,
9/24/2024
Hebreos 10:30-36
30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! 32 Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; 33 por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. 34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. 35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36 porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Muchas y diversas aflicciones se unieron contra los primeros cristianos, y tuvieron un gran conflicto. El espíritu cristiano no es un espíritu egoísta; nos pone a compadecer a los demás, a visitarlos, a ayudarlos y a abogar por ellos. Todas las cosas aquí no son más que sombras. La felicidad de los santos en el cielo durará para siempre; los enemigos nunca podrán quitársela como los bienes terrenales. Esto compensará con creces todo lo que podamos perder y sufrir aquí. La mayor parte de la felicidad de los santos, todavía, está en la promesa. Es una prueba de la paciencia de los cristianos, el estar contentos de vivir después de que su trabajo está hecho, y permanecer por su recompensa hasta que llegue el tiempo de Dios para darla. Pronto vendrá a ellos en el momento de la muerte, para poner fin a todos sus sufrimientos y darles una corona de vida. El conflicto actual del cristiano puede ser agudo, pero pronto terminará. Dios nunca se complace con la profesión formal y los deberes y servicios externos de quienes no perseveran, sino que los contempla con gran desagrado. Y los que se han mantenido fieles en grandes senderos durante el tiempo pasado, tienen razones para esperar que la misma gracia les ayude a vivir todavía por la fe, hasta que reciban el fin de su fe y paciencia, es decir, la salvación de sus almas. Viviendo por la fe, y muriendo en la fe, nuestras almas están seguras para siempre. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |