VIVIR O MORIR
9/30/2024
Filipenses 1:15-30
19 Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, 20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. 23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24 pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. 25 Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, 26 para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros. 27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, 28 y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. 29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30 teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí. En la fe del Evangelio hay algo por lo que vale la pena esforzarse; hay mucha oposición, y es necesario esforzarse. Un hombre puede dormir e ir al infierno; pero el que quiera ir al cielo, debe mirar a su alrededor y ser diligente. Puede haber unidad de corazón y de afecto entre los cristianos, cuando hay diversidad de juicio sobre muchas cosas. La fe es un don de Dios en favor de Cristo; la capacidad y la disposición para creer son de Dios. Y si sufrimos reproches y pérdidas por Cristo, hemos de considerarlos un don, y valorarlos en consecuencia. Sin embargo, la salvación no debe atribuirse a las aflicciones corporales, como si las aflicciones y las persecuciones mundanas la merecieran; sino que sólo de Dios es la salvación: la fe y la paciencia son sus dones.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |