Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
6/29/2015
Salmos 51:1-12
La sangre de Cristo rociada sobre la conciencia, borra la transgresión, y, habiéndonos reconciliado con Dios, nos reconcilia con nosotros mismos. El creyente anhela ver borrada toda la deuda de sus pecados, y limpia cada mancha; será lavado completamente de todos sus pecados; pero el hipócrita siempre tiene una reserva secreta, y preferiría que no se le tocara alguna concupiscencia favorita. David tenía un sentido tan profundo de su pecado que estaba pensando continuamente en él, con pesar y vergüenza. Su pecado lo cometió contra Dios, cuya verdad negamos pecando voluntariamente; lo tratamos engañosamente. El penitente verdadero siempre atribuirá las corrientes de pecado actual a la fuente de la depravación original. Confiesa su corrupción original. Esta es esa necedad que está ligada al corazón del joven, esa inclinación al mal, y el rechazo del bien, que es la carga del regenerado y la ruina del inconverso. En su arrepentimiento, se le estimula a esperar que Dios le acepte por gracia. Tú amas la verdad en lo íntimo; Dios mira esto en el pecador que se vuelve a Él. Donde haya verdad Dios dará sabiduría. Quienes sinceramente se proponen cumplir con su deber, serán enseñados lo que corresponde a su deber; pero esperarán el bien sólo de la gracia divina que vence la naturaleza corrupta de ellos. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Archives
September 2023
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