December 30th, 2013
12/30/2013
Cristo es la paz
Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. A pesar de las luchas inevitables que deberían enfrentar, no estarían solos. Jesús tampoco nos abandona a nuestras luchas. Si recordamos que la victoria final ya se ha logrado, podemos apropiarnos de la paz de Cristo en los tiempos más difíciles. Mientras tengamos la presencia favorable de Dios estamos felices y debemos estar tranquilos, aunque todo el mundo nos abandone. La paz en Cristo es la única paz verdadera, los creyentes la tienen en Él solamente. A través de Él tenemos paz con Dios y, así en Él tenemos paz en nuestra mente. Debemos animarnos porque Cristo ha vencido al mundo ante nosotros, pero mientras pensemos que resistimos, cuidemos de no caer. No sabemos cómo debemos actuar y entramos en tentación: estemos alertas y orando sin cesar para que no seamos dejados solos. Bendice, alma mía a Jehová
12/27/2013
Bendice, alma mía a Jehová
Salmos 103:1-22 La alabanza de David se centró en los actos gloriosos de Dios. Es fácil quejarse de la vida. Sin embargo, la lista de David nos da muchas cosas por las que debemos alabar a Dios: perdona nuestras iniquidades, sana nuestras dolencias, nos rescata de la muerte, nos corona de favores y misericordias, sacia de bien nuestra boca y nos hace justicia y derecho. Recibimos todas estas cosas sin merecer ninguna de ellas. Por difícil que sea su vida, siempre podrá contar sus bendiciones pasadas, presentes y futuras. Cuando se sienta como si no tuviera nada por lo que alabar a Dios, lea la lista de David. Por el perdón de pecado es quitado lo que nos impedía tener lo bueno, y somos restaurados al favor de Dios, que nos concede las cosas buenas. Piénsese en la provocación; era pecado y, sin embargo, fue perdonado; ¡cuántas provocaciones, sin embargo, son todas perdonadas! Dios sigue perdonando, porque nosotros seguimos pecando y arrepintiéndonos. El cuerpo encuentra las tristes consecuencias del pecado de Adán; está sujeto a muchas enfermedades y también el alma. Sólo Cristo perdona todos nuestros pecados; Él solo es quien cura todas nuestras enfermedades. Y la persona que halla curado su pecado, tiene bien cimentada la seguridad de que es perdonada. Cuando Dios, por la gracia y consolación de su Espíritu, restaura a su pueblo de sus corrupciones, y lo llena de nuevo con vida y gozo, lo cual es para ellos una primicia de la vida y gozo eterno, se puede entonces decir que regresan a los días de su juventud, December 23rd, 2013
12/23/2013
Vara y Vástago
Isaias 11:1-5 El Mesías es llamado Vara y Vástago. Las palabras significan un producto pequeño y tierno; un brote que como tal se rompe con facilidad. Brota del tronco de Isaí; cuando la familia real fuera cortada, y casi nivelada con el suelo, iba a brotar de nuevo. La casa de David estaba muy decaída en la época del nacimiento de Cristo. El Mesías dio así una noticia temprana de que su reino no era de este mundo. Pero el Espíritu Santo, con todos sus dones y gracias, se posa y permanece en Él, que tendrá toda la plenitud de la Deidad habitando en Él, Colosenses i, 19; ii, 9. Muchos consideran que aquí se mencionan siete dones del Espíritu Santo. Y aquí se enseña claramente la doctrina de las influencias del Espíritu Santo. El Mesías sería justo y recto en todo su reinado. Su amenaza será ejecutada por el obrar del Espíritu conforme a su palabra. Habrá gran paz y quietud bajo su reinado. El evangelio cambia la naturaleza y hace que los mismos que pisoteaban a los mansos de la tierra, sean mansos como ellos y amables con ellos. Pero esto se mostrará más plenamente en los últimos días. También Cristo, el gran Pastor, cuidará de su rebaño, para que la naturaleza de los problemas y de la muerte misma sea cambiada para que no hagan ningún daño real. El pueblo de Dios será liberado no sólo del mal sino del temor al mal. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Mientras mejor conocemos al Dios de amor, más seremos cambiados en su misma semejanza y mejor dispuestos hacia todos los que tienen alguna semejanza con Él. Este conocimiento se extenderá como el mar, tan lejos será difundido. De este bendito poder ha habido testigos en toda época del cristianismo, aunque su tiempo más glorioso, aquí anunciado, aún no ha llegado. Mientras tanto apuntemos a que nuestro ejemplo y esfuerzo pueda ayudar al progreso de la honra de Cristo y de su reino de paz. Historia del gran nacimiento
12/20/2013
Historia del gran nacimiento
Lucas 2:1-5 Lucas, historiógrafo de Dios, tenía el mayor empeño en situar el nacimiento de Jesús, con la notificación divina, en las circunstancias históricas concretas, en pintarlo con colores de la época y en referirlo a la historia del mundo. Así como la historia de la pasión y de la resurrección pertenece, como hecho histórico, a la historia del mundo, así también la historia del nacimiento. El pesebre y la cruz son los puntos cardinales del hecho salvador en Cristo; hay correspondencia mutua entre ambos. Lo que allí sucedió cumplió lo que había preanunciado la Escritura. «Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, fue sepultado y al tercer día fue resucitado según las Escrituras» (ICor í5,3). También nació según la Escritura. Hay detalles en el relato de navidad que dejan algunas cuestiones en suspenso. Lucas no escribe conforme al exacto método moderno de la ciencia histórica. Su objetivo principal no era describir el marco histórico en que tuvo lugar el nacimiento de Jesús; lo que le importaba en primer lugar era el Evangelio, la buena nueva encerrada en este acontecimiento. Una vez más hay que remitir al punto culminante del relato (2,10). Allí se dice: Os traigo una buena noticia de gran alegría. También aquí es el relato del nacimiento una anticipación del anuncio de la pasión y de la resurrección. «Os recuerdo... el evangelio que os anuncié (como buena nueva).... porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió...» (1Co_15:1-3). A datos menos claros no queremos dar más importancia que la que les dio san Lucas. El Evangelio que presenta el nacimiento histórico de Jesús es también para nosotros el punto decisivo del relato de navidad. De lo contrario podría suceder que nos contentáramos con un marco vacío. José fue con María a Belén. Sin duda tenía allí alguna posesión. En tiempos de Domiciano había en Belén parientes de Jesús, que eran labradores. Los descendientes de David habían poseído tierras en Belén. Lucas no hace mención de esto. A él le interesa más el que María y José tuvieran que ir a Belén. Llama a este lugar la ciudad de David; José era de la casa y familia de David. Todo esto suscita recuerdos religiosos. El Mesías tiene que nacer en Belén; procede de la casa de David y poseerá el trono de su padre. El profeta Miqueas lo había predicho: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña para ser contada entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad» (Mic_5:1). Dios pone la historia del mundo al servicio de la historia de la salvación; subordina a sus eternos designios la orden de Augusto. A María se la llama esposa de José; éste la había llevado ya a su casa, pues de lo contrario, según la usanza galilea, no habría podido viajar sola con José. José convivía con María, pero sin llevar vida conyugal. Estaba encinta: era virgen y futura madre. Con ello se expresa lo que el relato de la anunciación había ocultado con el velo del misterio. Preparad el camino
12/19/2013
Preparad el camino
Lucas 1:76-78 Juan es profeta de Dios y el que prepara el camino al Señor. He aquí que voy a enviar mi mensajero (Mal_3:1)... Una voz grita: «Abrid una calzada en el desierto» (Isa_40:3)... Jesús sobrepuja a Juan, como el Hijo del Altísimo sobrepuja al profeta del Altísimo, y el Señor al que le prepara el camino. El que viene es Dios mismo. En Jesús viene Dios. La preparación del camino se efectúa mediante el don del conocimiento de la salvación. El pueblo de Dios conoce la salvación porque la experimenta prácticamente. Dios se la da a conocer al otorgársela (Psa_98:2). Ahora bien, la salvación consiste en el perdón de los pecados. Aquel a quien se le perdonan los pecados se ve liberado y rescatado de un poder que ata más que las manos de los enemigos y de los que odian (Psa_1:17). El tiempo de salvación para el que Juan prepara es el tiempo de la misericordia de nuestro Dios. La acción reveladora de Dios en los últimos tiempos es exuberancia de su corazón misericordioso. Para el final de los tiempos se aguarda que Dios envíe su misericordia a la tierra. Ahora se cumple esto. «El Señor es compasivo y de mucha misericordia» (Jam_5:11). Por la misericordia de Dios viene la «aurora de lo alto», el Mesías. «Yo, te he puesto para luz de las gentes, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del fondo del calabozo a los que moran en tinieblas» (Isa_42:6s). El Mesías, el sol de la salud, trae a los hombres salvación, trae redención a los oprimidos por el pecado y por la muerte. «El pueblo que andaba en tinieblas, vio una luz grande; sobre los que habitaban en la tierra de sombras de muerte resplandeció una brillante luz» (Isa_9:1). Cristo, que con su resurrección venció el señorío del pecado y de la muerte, y trae la restauración de todo en un nuevo universo (Rev_21:3s). Libres para servir en santidad y justicia
12/18/2013
Libres para servir en santidad y justicia
Lucas 1:68-75 Cuatro de los cinco libros de los Salmos se cierran con estas palabras: «Bendito el Señor, Dios de Israel}» (Psa_40:14; Psa_71:18; cf. 88,53; 106,48). Todos los salmos proclaman las obras de Dios en la creación y en la historia de la salud. La respuesta humana a las obras divinas no puede ser sino la alabanza de Dios. Lo que se anuncia con el nacimiento de Juan, e s remate y coronamiento de todos los grandes hechos de Dios, que como Dios de Israel actúa en la historia, se ha escogido a Israel entre todos los pueblos como pueblo de su propiedad, lo ha guiado en forma especial y lo ha destinado a ser una bendición para todos los pueblos. El profeta habla del futuro, como si ya estuviese presente. Dios quiere intervenir en la historia de su pueblo aportando la salvación por medio del Mesías venidero, quiere enviar un poderoso salvador (cuerno de salvación) y preparar la obra redentora. Con el nacimiento de Juan se ha acercado el tiempo de la salud, su venida ha adquirido tal certeza. que se considera ya presente. Van a cumplirse las promesas proféticas del tiempo pasado, que anuncian el rey soberano y Mesías de la estirpe de David. «Juró Yahveh a David esta verdad y no se apartará de ella: Del fruto de tus entrañas pondré sobre tu trono... Ciertamente eligió Yahveh a Sión, la adoptó por morada suya: ésta será para siempre mi mansión; aquí habitaré, porque la he elegido... Aquí haré crecer el poder de David y prepararé la lámpara a mi ungido» (Psa_132:11 ss). Visitación, redención, salud, soberano de la casa de David: todo da a entender que se cumplen los grandes anhelos y esperanzas. Juan es el precursor del portador de la salvación. El Mesías salva a Israel de la opresión de sus enemigos y de todos los que lo odian. La salvación que realizó Dios en su pueblo cuando lo liberó de la esclavitud de Egipto, se cumple ahora de manera mucho más grandiosa. «Gritó (Dios) al mar rojo, y éste se secó, y los hizo pasar entre las olas como por tierra seca. Los salvó de las manos de los que los aborrecían y los sustrajo al poder del enemigo» (Psa_106:9s). Cuando alborea el tiempo mesiánico, también los padres de Israel, los antepasados del pueblo israelita, experimentan la misericordia; porque todavía viven y se interesan por las suertes de su pueblo. «Vuestro padre Abraham se llenó de gozo con la idea de ver mi día; lo vio, y se llenó de júbilo» (Joh_8:56). Ahora se realiza la alianza que concluyó Dios con Abraham. «He aquí mi pacto contigo: Serás padre de una muchedumbre de pueblos... Te daré pueblos, y saldrán de ti reyes... Mi pacto lo estableceré con Isaac... Y se gloriarán en tu descendencia todos los pueblos de la tierra» (Gen_17:4.6.21; Gen_22:18). El Mesías es la realización de todas las promesas e instituciones, de todas las esperanzas y ansias de la antigua alianza. él es aquel a quien miran los que ya murieron y viven en el otro mundo, los que todavía viven y los que han de venir. él es el centro de la humanidad. Dios habla a Abraham: «Por mí mismo juro... que por no haberme negado tu hijo, tu unigénito, te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de las orillas del mar, y se adueñará tu descendencia de las puertas de sus enemigos» (Gen_22:16s). Todo lo que obliga moralmente a los hombres a cumplir sus promesas, todo esto se dice de Dios: hizo promesas, contrajo un pacto de alianza, incluso pronunció un juramento. Con el envío de Cristo cumple Dios aquello a que se había obligado. Los suspiros y clamores de los hombres no resuenan en el vacío. Dios los oye y los satisface en Cristo, que no es solamente el centro de todas las esperanzas humanas, sino también el centro de todos los designios divinos relativos a los hombres. Cuando Israel es sustraído al poder de sus enemigos, queda libre para dedicarse al servicio de Dios. Puede servir a Dios en su presencia y con ello cumplir su misión sacerdotal que tiene que desempeñar entre los pueblos; porque Dios les dijo: «Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa» (Exo_19:6). El Mesías procura al pueblo de Dios espacio y libertad para celebrar el culto divino. Pero este espacio libre lo rellena también con la adoración de Dios del final de los tiempos (cf. Joh_4:2-26). «Ante todo, recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres: por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos, para que podamos llevar una vida tranquila y pacífica con toda religiosidad y dignidad» (1Ti_2:1s). El servicio y culto divino consiste en santidad y justicia. El alma de la acción litúrgica es la entrega a la voluntad de Dios, una conducta santa. «Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y cumple tus votos al Altísimo. E invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú cantarás mi gloria» (Psa_50:14s). Porque grandes cosas hizo en mi favor el Poderoso.
Lucas 1:49-55 Poder, santidad y misericordia son los rasgos más luminosos de la imagen de Dios en el Antiguo Testamento. En Dios hay una fuerza viva, que quiere hacer propiedad suya todo lo que hay en el mundo, demostrándose así Dios como el Santo (Eze_20:41). Como Dios es el Dios santo, es también el Dios misericordioso. Es el salvador y redentor del resto santo, porque no es hombre, sino Dios. Las obras de poder de Dios son amor misericordioso. María expresa lo que tiene experimentado su pueblo. «Afligiéronse los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudísimas cargas, y clamamos a Yahveh, Dios de nuestros padres, que nos oyó y miró nuestra humillación, nuestro trabajo y nuestra angustia, y nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo tendido, en medio de gran pavor, prodigios y portentos, y nos introdujo en este lugar, dándonos una tierra que mana leche y miel» (Deu_26:6-9). La historia de la salvación conduce a María, el centro de la Iglesia (cf. Act_1:14). Los que se creían grandes y ricos, fueron derribados: el faraón cuando la salida de Egipto, los enemigos de Israel en la época de los jueces, los poderosos soberanos de Babilonia... Dios interviene en favor de los humildes, de los débiles y de los pobres. En cambio, debe temblar quien quiera ser de los grandes y poderosos intelectual, política y socialmente. El que está pagado de su propio poder cierra su corazón a Dios, y Dios se cierra a los que se le cierran. El pobre. en cambio. abre su corazón a Dios, su único refugio y seguridad. y Dios se vuelve hacia él. Las condiciones para entrar en el reino de los cielos son las bienaventuranzas de los pobres, de los que lloran y de los que tienen hambre. María cumple lo que se requiere para poder entrar en el reino de los cielos. Jesús mismo vivirá también de esta ley de la historia salvadora proclamada por María después de haberlo concebido. Porque se humilló será ensalzado (Phi_2:5-11). La gran hora de María es también la gran hora de su pueblo. Al comienzo de su cántico habló María de la salud que Dios le había preparado, al final habla de la salud que alborea para su pueblo. Lo que sucedió en María se realiza en la Iglesia de Dios. En María está representado el pueblo de Dios. El siervo de Dios es el pueblo de Israel. «Pero tú Israel, eres mi siervo; yo te elegí, Jacob, progenie de Abraham, mi amigo. Yo te traeré de los confines de la tierra y te llamaré de las regiones lejanas, diciéndote: Tú eres mi siervo, yo te elegí y no te rechazaré» (Isa_41:8s). Ahora va a tener cumplimiento la misericordia de Dios y la fidelidad a las promesas. María se reconoce una con el pueblo de Dios. La historia de su elección termina en la historia de su pueblo, y la historia de su pueblo llega a la perfección en su propia historia. La promesa de la salud se hizo a Abraham y a su descendencia (Gen_12:2). Abraham recibió la promesa, María toma posesión de la realización, el pueblo de Dios recibirá los frutos. María, con el fruto de su seno, es el corazón de la historia de la salud. La formación del niño se ha mirado siempre como obra de Dios. Cuando Eva dio a luz a Caín, dijo: «He alcanzado de Yahveh un varón» (Gen_4:1). Todavía más fue alabada como obra de Dios la maternidad de las estériles. La maternidad de María aventaja a todas las demás. Es la madre virginal del Mesías, en el que son benditos todos los pueblos de la tierra. En su maternidad se ve coronada toda maternidad, y toda maternidad lleva en sí algo de esta maternidad. Dios acabe el plan en el que trabaja
12/16/2013
Dios acaba el plan en el que trabaja
Lucas 1:37-48 Jesús, una forma griega de la palabra hebrea Josué, era un nombre común que significa "el Señor salva". Así como Josué guió a Israel hacia la tierra prometida (véase Jos_1:2), también Jesús guía a su pueblo hacia la vida eterna. El simbolismo de su nombre no se perdió en el pueblo de su tiempo, que tomó los nombres con seriedad y vio en ellos una fuente de poder. En el nombre de Jesús se sanó, se echaron fuera demonios y se perdonaron pecados. Siglos antes, Dios prometió a David que su reino sería para siempre (2Sa_7:16). Esta promesa se cumplió en la venida de Jesús, un descendiente directo de David, cuyo reinado continuará por la eternidad. El nacimiento de Jesús de una virgen es un milagro que a muchos les resulta difícil aceptar. Estos tres hechos pueden ayudar nuestra fe: (1) Lucas era médico y sabía muy bien cómo se forman los bebés. Sería muy difícil creer en un nacimiento virginal como lo es para nosotros, pero sin embargo lo escribe como un hecho. (2) Lucas era un afanoso investigador que basó su Evangelio en informes de testigos presenciales. La tradición dice que habló con María relacionados con los hechos de los dos primeros capítulos. Esta es su historia, no una ficción. (3) Cristianos y judíos, que adoran a Dios como Creador del universo, debieran creer que El tiene poder para crear un niño en el vientre materno. Jesús nació sin el pecado que entró en el mundo mediante Adán. Nació santo, justo; como Adán, fue creado sin pecado. En contraste con Adán, que desobedeció a Dios, Jesús obedeció y está en condiciones de ser nuestro sustituto para librarnos de las consecuencias del pecado y lograr que seamos aceptos de Dios (Rom_5:14-19). Una joven soltera encinta se arriesgaba al desastre. A menos que el padre de la criatura aceptara casarse con ella, había la posibilidad de que quedara sola para toda la vida. Si su padre la rechazaba, podría verse forzada a mendigar o prostituirse a fin de sobrevivir. Y María, con su historia de estar encinta por obra del Espíritu Santo, se arriesgaba también a que la consideraran demente. Con todo y a pesar de los posibles riesgos, María dice: "Hágase conmigo conforme a tu palabra". Cuando María lo afirmó, no se imaginaba la tremenda bendición que recibiría. Solo sabía que Dios le pedía que le sirviera y estaba deseosa de hacerlo. No espere ver qué bendición tendrá antes de ofrecerle su vida a Dios. Ofrézcase de buena gana, aun cuando los resultados de hacerlo parezcan desastrosos. A través de las Escrituras vemos que el anuncio del nacimiento de una criatura provocaba diferentes reacciones. Sara, la esposa de Abraham, se rió (Gen_18:9-15). Zacarías dudó (Luk_1:18). Por contraste, María se sometió. Creyó las palabras del ángel y estuvo de acuerdo en tener al bebé, aunque fuera en circunstancias humanamente imposibles. Dios está dispuesto a hacer lo imposible. Nuestra respuesta a sus demandas no debiera motivar risa, temor ni duda, sino aceptación de buena voluntad. Al parecer, el Espíritu Santo dijo a Elisabet que el hijo de María sería el Mesías, lo suponemos porque Elisabet al saludar a su joven parienta la llama "la madre de mi Señor". Al apresurarse para visitar a su parienta, María debió estar preguntándose si los acontecimientos de los días recientes serían reales. El saludo de Elisabet debió haber solidificado su fe. El embarazo de María pudo haber parecido imposible, pero su parienta sabia y anciana creyó y se regocijó. pesar de que ella misma gestaba el tan esperado bebé, Elisabet pudo haber envidiado a María, cuyo hijo sería mucho más importante que el de ella; pero al contrario, estaba llena de alegría porque la madre de su Señor pudiera visitarla. ¿Ha envidiado a alguien que Dios, al parecer, distinguió para una bendición especial? Un remedio para el celo es regocijarse con esa persona, razonar que Dios usa a su gente y busca a aquel que encaje mejor en su propósito. Este cántico a menudo se le llama el Magnificat, la primera palabra en la traducción del latín de este pasaje. Se usa mucho como base para música coral e himnos. Como Ana, la madre de Samuel (1Sa_2:1-10), María glorificó a Dios en un cántico por lo que El iba a hacer en favor del mundo a través de ella. Nótelo en ambos cánticos, Dios se describe como un defensor de los pobres, oprimidos y despreciados. ¿Mostraba orgullo María cuando dijo: "Me dirán bienaventurada todas las generaciones"? No, ella reconocía y aceptaba el don que Dios le dio. Si María hubiera negado su posición increíble, manifestaría tener en poco la bendición de Dios. El orgullo es negarse a aceptar los dones de Dios, la humildad es aceptarlos y usarlos para alabarlo y servirlo. No niegue sus dones. Dé gracias a Dios por ellos y úselos para glorificarlo. Una seña
12/12/2013
Una seña
Isaias 7:14-15 Isa 7:14 Por tanto el Señor mismo os dará señal: He aquí una virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel. Isa 7:15 Comerá mantequilla y miel, para que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. La secreta falta de afecto por Dios suele ser disfrazada con el color del respeto por Él y los que están resueltos a no confiar en Dios pretenden aún que ellos no le tentarán . El profeta reprende a Acaz y a su corte por el poco valor que dan a la revelación divina. Nada es más triste para Dios que la desconfianza, pero la incredulidad del hombre no invalidará la promesa de Dios; el mismo Señor dará la señal. Por grande que sea su angustia y peligro, de ti nacerá el Mesías, y no podéis ser destruidos mientras esa bendición esté con vosotros. Ocurrirá de manera gloriosa; y las consolaciones más fuertes en época de problemas derivan de Cristo, nuestra relación con Él, nuestro interés en Él, nuestras expectativas de Él y de parte de Él. Crecería como los demás niños, por el uso de la dieta de esos países, pero al contrario de los otros niños, rehusaría el mal y escogería el bien de manera coherente. Aunque su nacimiento fuera por el poder del Espíritu Santo, de todos modos Él no iba a ser nutrido con la comida de los ángeles. Entonces, sigue una señal de la pronta destrucción de los príncipes, ahora terror para Judá. “Antes de que este niño”, léase, “este niño que ahora tengo en mis brazos”(Sear-jasub, el hijo del profeta, versículo 3), tenga tres o cuatro años de edad, estas fuerzas enemigas serán abandonadas por ambos reyes. La profecía es tan solemne, la señal es tan marcada, como dadas por el mismo Dios después de que Acaz rechaza la oferta, que debe de haber suscitado esperanzas mucho más allá de lo que sugería la ocasión presente. Y, si la perspectiva de la venida del Salvador divino era un apoyo que nunca falla para las esperanzas de los creyentes antiguos, ¡qué razón tenemos para agradecer que la Palabra fuera hecha carne! Confiemos en Él y amémosle, imitemos su ejemplo. La plenitud de Dios
12/11/2013
La plenitud de Dios
Efesios 3:14-22 La gran familia de Dios incluye a todos los que han creído en El en el pasado, los que lo han hecho en el presente y los que lo harán en el futuro. Dios promete su amor y poder a su familia, la Iglesia (3.16-21); si queremos recibir sus bendiciones, es importante que nos mantengamos en contacto con otros creyentes en el cuerpo de Cristo. Quienes se aíslan de la familia de Dios y tratan de seguir solos, se privan del poder de Dios. El amor de Dios es total, dice Pablo. Llega hasta los últimos rincones de nuestra experiencia. La anchura del amor de Dios continúa a través de toda nuestra vida y llega a todo el mundo. La longitud del amor de Dios nos sigue a través de nuestras vidas. La profundidad del amor de Dios llega a lo más profundo del desaliento, la desesperación y aun la muerte. La altura del amor de Dios se eleva a la cumbre de nuestra aclamación y júbilo. La plenitud de Dios" se expresa completa y solamente en Cristo (Col_2:9-10). NUESTRAS VIDAS ANTES Y DESPUES DE CRISTO Antes Muertos en delitos y pecados Hijos de ira Enemigos de Dios Seguidores de la corriente de este mundo Esclavos de Satanás Después Vivos con Cristo Con la misericordia de Dios y salvos Delante de Cristo y la verdad Hijos de Dios Libres en Cristo para amar, servir y sentarnos con El Hacíamos la voluntad de la carne y de los pensamientos Resucitados para gloria. |
AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Archives
March 2023
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