September 30th, 2013
9/30/2013
Provision abundante
Mateo 14:13-21 Jesús no ha eliminado la necesidad del hambre ni ha quitado a los hombres la preocupación por el pan cotidiano. Pero una vez tuvo lugar: todos quedaron saciados, más aún, tuvieron superabundantemente. Cuando Jesús estaba entre ellos, no les faltaba nada y todos estaban contentos. La misericordia de Dios descendió sobre ellos, y todos eran uno en sus comidas en común y no sufrían penuria. Pero este signo no fue dado para aturdir o subyugar a los hombres a manera de los prodigios espectaculares que el espíritu maligno había reclamado a Jesús. Así como Jesús concede su misericordia al individuo que se adhiere a él con fidelidad, así también a la gran muchedumbre que está necesitada. Así procede Dios siempre con el hombre. Jesús realizó algunos milagros como señal de su identidad. Otros milagros sirvieron para enseñarnos importantes verdades. Pero aquí leemos que sanó porque "tuvo compasión de ellos". Jesús fue, y es, una persona amorosa, sensible y que se preocupa por los demás. Cuando esté sufriendo, recuerde que Jesús sufre junto con usted y se compadece. Oidores, no oidores
9/27/2013
Oidores, no oidores
Mateo 13:1-13 Jesús utilizó muchas ilustraciones o parábolas al hablar a las multitudes. En sus parábolas comparaba algo conocido con algo que no lo era. La parábola motivaba al oyente a descubrir la verdad, y al mismo tiempo ocultaba la verdad de los que eran demasiado ociosos o tercos para verla. Debemos tener cuidado de forzar el sentido de las parábolas haciéndolas decir lo que no dicen. Todas las parábolas tienen un significado a menos que Jesús lo haya especificado de otra manera. Esta parábola debe animar a los "sembradores" espirituales que enseñan, predican y guían a otros. El agricultor siembra buena semilla, pero no todas le brindan un rendimiento óptimo. Algunas semillas no germinan, y no todas las plantas que crecen ofrecen el mismo resultado. No se sienta desalentado si tiene la impresión de que nadie lo escucha a pesar de predicar con fidelidad la Palabra. La fe no se puede forzar a traer resultados conforme a una fórmula matemática. Más bien uno espera el milagro del Espíritu de Dios de usar nuestras palabras para que otros se acerquen a El. Los oídos humanos captan muchos sonidos, pero hay una audición más profunda que resulta en comprensión espiritual. Si usted busca con sinceridad la voluntad de Dios, tiene audición espiritual, y estas parábolas le darán nuevas perspectivas. Cuando Jesús hablaba en parábolas, no estaba ocultando la verdad de los buscadores sinceros. Los que eran receptivos a la verdad espiritual comprendían las ilustraciones. Para los demás no eran sino historias sin sentido. Esto permitió que Jesús diera alimento espiritual a los que tenían hambre, a la vez que impidió a sus enemigos hacerle caer en trampas antes de tiempo. Esta frase significa que tenemos la obligación de usar bien lo que tenemos. Cuando uno rechaza a Jesús, esa dureza de corazón ciega aun la poca comprensión que se tenga. Tiempo para todo
9/26/2013
Tiempo para todo
Juan 2:1-13 Jesús tenía como misión salvar al mundo, la más grande misión en la historia de la humanidad. A pesar de esto empleó tiempo para asistir a una boda y participar en las festividades. Quizás nos sintamos tentados a pensar que no debiéramos ocupar tiempo de nuestro trabajo "importante" en asuntos sociales. Pero a lo mejor esas actividades sociales pueden ser parte de nuestra misión. Jesús dio importancia a estas festividades nupciales porque asistían personas y El vino para estar con ellas. A menudo nuestra misión puede llevarse a cabo en momentos agradables de celebración con otros. Incluya a Jesús lo mismo en sus momentos de placer que en su tiempo de trabajo. María tal vez no pedía que Jesús hiciera un milagro, sino que le ayudara a resolver este problema tan importante hallando un poco de vino. La tradición dice que José, esposo de María, ya había fallecido, de modo que acudió a su hijo para que le ayudara a salir del problema. La respuesta de Jesús a María no es fácil de entender y quizás ese es el punto. A lo mejor María no logró entender lo que Jesús pensaba hacer, pero confió en lo que El haría. Los que creen en Jesús y se hallen en situaciones que no entienden deben seguir confiando en que El hará lo que es mejor. María se sometió a la forma de actuar de Jesús. Reconoció que El era más que su hijo humano: era el Hijo de Dios. Cuando presentamos a Cristo nuestros problemas, quizás pensamos que sabemos cómo El los resolverá. Pero El quizás tenga un plan diferente. Como María, debemos someternos y permitirle que resuelva los problemas a su manera. La gente siempre anda en busca de emociones y sentido en todo menos en Dios. Quizás temen que Dios sea aburrido, muerto. Así como el vino que Jesús hizo era el mejor, también la vida en El es mejor que la nuestra. ¿Por qué esperar hasta que se agote todo para acudir a Dios? ¿Por qué reservar lo mejor para el final? Cuando los discípulos vieron los milagros de Jesús, creyeron. El milagro demostró su poder sobrenatural. La forma de realizarlo reveló la manera en que cumpliría su ministerio: ayudando a otros, relacionándose con autoridades y estando en contacto con la gente. Los milagros no son simples actos sobrehumanos, sino actos que demuestran el poder de Dios. Casi cada milagro que Jesús hizo fue una renovación de la criatura caída: restaurar la vista, hacer que el paralítico camine, rescatar la vida de la muerte. Crea en Cristo, no porque es un superhombre sino porque es Dios que continúa con su creación, aun en los que somos pobres, débiles, cojos, huérfanos, ciegos, sordos, o con alguna otra necesidad desesperante de restauración. Jesús, nuestro salvavidas
9/25/2013
Jesús, nuestro salvavidas
Leer | JUAN 3.16-18 25 de septiembre de 2013 Imagine un río crecido por la lluvia y corriendo sobre las rocas. Usted ha caído en esa agua sucia y no puede luchar contra la corriente por mucho tiempo. Su cabeza se hunde dos veces y emerge escupiendo después de haber tragado algo de la suciedad. Una tercera sumergida podría matarlo. Pero de repente, desde la orilla, alguien le lanza un chaleco salvavidas, que flota frente a su pecho. ¿Lo tomaría? La respuesta parece obvia —¡por supuesto que sí! Pero muchísimas personas que se están ahogando en la vertiginosa corriente del mundo, se niegan a asirse del salvavidas espiritual: Jesucristo. Él murió en la cruz por toda la humanidad, pero las personas tienen una responsabilidad en la salvación. La persona tiene que reconocer su impotencia y confesar la necesidad que tiene de Cristo. Eso significa que el creyente nuevo acepta el sacrificio de Cristo como verdadero y personal, creyendo de corazón que no hay otra manera de ser salvo. No es necesario entender todo acerca de la fe y la Biblia para ser salvo; Dios se asegurará de que sus hijos aprendan del Espíritu Santo cualquier cosa que necesiten saber. Pero es muy importante entender que no podemos salvarnos a nosotros mismos. ¿Puede usted recordar cuándo recibió a Jesucristo como su Salvador? Dios le está llamando, anhelando que usted reconozca su necesidad de Él, y que le pida que le rescate del pecado. Él es fiel, y le responderá salvándole y limpiándole. Dios le está ofreciendo un salvavidas y esperando sacarle a la seguridad eterna. La decisión es suya. ¿Escogerá a Cristo y la vida eterna? El plan de rescate del Señor
9/24/2013
El plan de rescate del Señor
Leer | ROMANOS 3.10-26 24 de septiembre de 2013 El Creador puso a dos personas con almas puras en el huerto del Edén, pero cuando Adán y Eva eligieron desobedecer, sus corazones se volvieron pecaminosos. Dios les había dicho que el castigo por su pecado era la muerte (Gn 2.17). Los primeros padres de la humanidad legaron su condición pecaminosa a todo el género humano. Por eso, todos nacemos con un corazón en rebeldía contra Dios. Al igual que un niño que desafía a sus padres tocando un objeto prohibido, nosotros desobedecemos a nuestro Padre celestial porque preferimos seguir nuestros propios deseos. No es nuestra mala conducta lo que nos condena, sino el hecho de que nuestra naturaleza está corrompida. Nuestros hechos, sean buenos o malos, no son los que determinan dónde pasaremos la eternidad. Aparte del Señor, nadie es justo; ninguna persona ha hecho tanto bien que pueda ganarse un lugar en el cielo. Pero el Padre celestial nos ama y quiere que vivamos con Él eternamente. Por eso, antes de la creación del mundo, concibió una solución. El plan de redención era sencillo: tenía que hacerse un sacrificio perfecto por el pecado de la humanidad, para que pudiéramos presentarnos sin mancha delante de un Dios santo. El sacrificio fue Jesucristo, quien murió en la cruz, llevando todo nuestro pecado. Cuando ponemos nuestra fe en Él como nuestro Salvador, nuestra naturaleza “carnal” muere con Él. Y el Espíritu Santo viene a hacer nuevos nuestros corazones para que podemos encontrar gozo en la obediencia a Dios. ¡Somos rescatados y hechos libres! Cómo protegerse de un ataque satánico
9/20/2013
Cómo protegerse de un ataque satánico
Leer | MATEO 4.1-11 20 de septiembre de 2013 Como soldados del ejército de Dios, peleamos una batalla espiritual. Para mantenernos firmes, debemos estar vestidos con el atuendo de batalla cada día. Asegúrese de que sus pies estén calzados con el evangelio de la paz. Las botas de los militares romanos tenían abrazaderas para ayudar a los soldados a mantenerse firmes en la batalla. Del mismo modo, nuestro “calzado” espiritual nos da la seguridad de que tenemos paz con Dios, y de que estamos seguros en Él (Jn 10.28). Lleve el escudo de la fe. El recurso más poderoso que tenemos como creyentes, es nuestra fe. Ella nos ayuda a resistir las tentaciones del enemigo. Estamos bien protegidos detrás del escudo de la fe. Use el yelmo de la salvación. La mente es el campo de batalla de Satanás; necesita ser protegida concienzudamente y de manera efectiva. En una batalla espiritual, la seguridad de que somos salvos nos ayudará a rechazar las mentiras del enemigo, que pudieran llevarnos a dudar de Dios o a pensar de manera contraria a su Palabra. Lleve la espada del Espíritu. La Palabra de Dios es un arma de ataque y también defensiva. Ella ataca en favor del evangelio (He 4.12), y también nos protege. Como lo demostró el Señor Jesús en la tentación del desierto, el diablo no puede sostenerse delante de ella. La batalla espiritual que se libra a nuestro alrededor es real y feroz (Ef 6.12). No estamos en la reserva, esperando simplemente a ser llamados. Estamos en la guerra. Soldado del Señor: ¿Está usted totalmente vestido para la batalla? Nadie tiene amor más grande
9/19/2013
Nadie tiene amor más grande
Juan 15:8-14 Muchos tratan de ser personas buenas y sinceras que hacen lo que es debido. Pero Jesús dice que la única manera de llevar una vida buena de veras es permanecer cerca de El, como un pámpano unido a la vid. Separados de Cristo, nuestros esfuerzos no llevan fruto. ¿Recibe usted el alimento y la vida que ofrece Cristo, la vid? Si no los recibe, se está perdiendo algo extraordinario que da el Señor. Cuando una vid lleva "mucho fruto", Dios se glorifica, pues cada día envía el sol y la lluvia para hacer crecer los cultivos, y alimenta cada plantita y la prepara para que florezca. ¡Qué momento de gloria para el Señor de la cosecha cuando esta se lleva a los almacenes, madura y lista para su uso! ¡El es quien hizo que sucediese! Esta analogía de la agricultura muestra cómo Dios se glorifica cuando la gente establece una buena relación con El y comienza a "llevar mucho fruto" en sus vidas. Cuando todo va bien, nos sentimos jubilosos. Cuando se presentan las dificultades, nos hundimos en depresión. Pero el verdadero gozo trasciende las olas agitadas de las circunstancias. El gozo viene de una firme relación con Jesucristo. Cuando nuestras vidas están entrelazadas con la de Cristo, El nos ayuda a atravesar la adversidad sin hundirnos en depresiones debilitantes y administrar la prosperidad sin trasladarnos a alturas engañosas. El gozo de vivir con Jesucristo cada día nos mantendrá equilibrados a pesar de los altibajos de nuestras circunstancias. Debemos amarnos unos a otros como nos amó Jesús, y El nos amó tanto que dio su vida por nosotros. Tal vez no sea necesario que demos nuestra vida por otro, pero existen otras formas de practicar el amor sacrificial: escuchar, ayudar, alentar, dar. Piense en alguien en particular que necesite hoy esta clase de amor. Déle todo el amor que pueda y luego trate de dar un poco más. Cristo primero que todo
9/18/2013
Cristo primero que todo Colosenses 1:15-20 Dios no solo es el creador del mundo, sino su sustentador. Todas las cosas en El subsisten, son protegidas y prevenidas de la desintegración y el caos. Debido a que Cristo es el sustentador de la vida, ninguno de nosotros se puede independizar de El. Somos todos sus siervos, los que debemos confiar en El para protección, cuidado y sustento. Cristo es "el primogénito entre los muertos". Jesús resucitó de la muerte y su resurrección prueba el señorío de Cristo sobre todo el mundo material. Todo aquel que confía en Cristo también vencerá a la muerte y resucitará para vivir eternamente con El. Por la muerte de Cristo en la cruz, El ha sido exaltado y elevado a la condición que le correspondía. Ya que Cristo es Señor del universo, seguramente le daremos el primer lugar en todos nuestros pensamientos y actividades. Con esta declaración, Pablo refutó a los griegos la idea de que Jesús no podía ser humano y divino al mismo tiempo. Cristo es todo humano y todo divino. Cristo siempre fue Dios y siempre será Dios. Cuando tenemos a Cristo tenemos a Dios en forma humana. No reduzca ningún aspecto de Cristo, ni su humanidad ni su divinidad. La muerte de Cristo abre un camino para que todos puedan venir a Dios. Puso a un lado al pecado que nos impedía disfrutar de una relación correcta con nuestro Creador. Esto no significa que todos han sido salvos, sino que el camino ha sido abierto para todo aquel que confíe en Cristo para ser salvo. Podemos tener paz con Dios y reconciliarnos al aceptar a Cristo, que murió en nuestro lugar. ¿Hay entre su Creador y usted alguna distancia? Reconcíliese con Dios. Venga a El a través de Jesucristo. September 17th, 2013
9/17/2013
Jesús, la vid verdadera
Juan 15:1-5 Jesucristo es la Vid, la Vid verdadera. La unión de la naturaleza divina con la humana, y la plenitud del Espíritu que hay en Él, recuerdan la raíz de la vida que fructifica por la humedad de la buena tierra. Los creyentes son los pámpanos de esta Vid. La raíz no se ve y nuestra vida está escondida con Cristo; la raíz sustenta al árbol, le difunde la savia, y en Cristo están todos los sustentos y provisiones. Los pámpanos de la vid son muchos, pero al unificarse en la raíz no son sino una sola vid; de este modo, todos los cristianos verdaderos, aunque disten entre sí en cuanto a lugar y opinión, se unen en Cristo. Los creyentes, como los pámpanos de la vid, son débiles e incapaces de permanecer, sino como nacieron. El Padre es el Dueño de la vid. Nunca hubo un dueño tan sabio, tan cuidadoso con su viña como Dios por su Iglesia que, por eso, debe prosperar. Debemos ser fructíferos. Esperamos uvas de una vid, y del cristiano esperamos un temperamento, una disposición y una vida cristiana. Debemos honrar a Dios y hacer el bien, esto es, llevar fruto. Los estériles son cortados. Hasta las ramas fructíferas necesitan poda, porque, en el mejor de los casos, tenemos ideas, pasiones y humores que requieren ser quitados, cosa que Cristo ha prometido hacer por su palabra, Espíritu y providencia. Si se usan medios drásticos para avanzar la santificación de los creyentes, ellos estarán agradecidos por ellos. La palabra de Cristo se da a todos los creyentes; y hay en esa palabra una virtud que limpia al obrar la gracia y deshacer la corrupción. Mientras más fruto demos, más abundaremos en lo que es bueno, y más glorificado será nuestro Señor. Para fructificar debemos permanecer en Cristo, debemos estar unidos a Él por la fe. El gran interés de todos los discípulos de Cristo es mantener constante la dependencia de Cristo y la comunión con Él. Los cristianos verdaderos hallan, por experiencia, que toda interrupción del ejercicio de su fe hace que mengüen los afectos santos, revivan sus corrupciones y languidezcan sus consolaciones. Los que no permanecen en Cristo, aunque florezcan por un tiempo en la profesión externa, llegan, no obstante, a nada. El fuego es el lugar más adecuado para las ramas marchitas; no son buenas para otra cosa. Procuremos vivir más simplemente de la plenitud de Cristo, y crecer más fructíferos en todo buen decir y hacer, para que sea pleno nuestro gozo en Él y en su salvación. Fruto Espiritual
9/16/2013
Fruto Espiritual
Galatas 5:18-26 Si fuéramos cuidadosos para actuar bajo la dirección y el poder del Espíritu bendito, aunque no fuésemos liberados de los estímulos y de la oposición de la naturaleza corrupta que queda en nosotros, esta no tendría dominio sobre nosotros. Los creyentes están metidos en un conflicto en que desean sinceramente esa gracia que puede alcanzar la victoria plena y rápida. Los que desean entregarse a la dirección del Espíritu Santo no están bajo la ley como pacto de obras, ni expuestos a su espantosa maldición. Su odio por el pecado, y su búsqueda de la santidad, muestran que tienen una parte en la salvación del evangelio. Las obras de la carne son muchas y manifiestas. Esos pecados excluirán del cielo a los hombres. Pero, ¡cuánta gente que se dice cristiana vive así y dicen que esperan el cielo! -Se enumeran los frutos del Espíritu, o de la naturaleza renovada, que tenemos que hacer. Y así como el apóstol había nombrado principalmente las obras de la carne, no sólo dañinas para los mismos hombres, sino que tienden a hacerlos mutuamente nocivos, así aquí el apóstol nota principalmente los frutos del Espíritu, que tienden a hacer mutuamente agradables a los cristianos, como asimismo a hacerlos felices. Los frutos del Espíritu muestran evidentemente que ellos son guiados por el Espíritu. La descripción de las obras de la carne y de los frutos del Espíritu nos dice qué debemos evitar y resistir y qué debemos desear y cultivar; y este es el afán y empresa sinceros de todos los cristianos reales. El pecado no reina ahora en sus cuerpos mortales, de modo que le obedezcan, Romanos vi, 12, pues ellos procuran destruirlo. Cristo nunca reconocerá a los que se rinden a ser siervos del pecado. Y no basta con que cesemos de hacer el mal sino que debemos aprender a hacer el bien. Nuestra conversación siempre deberá corresponder al principio que nos guía y nos gobierna, Romanos viii, 5. Debemos dedicarnos con fervor a mortificar las obras del cuerpo y a caminar en la vida nueva sin desear la vanagloria ni desear indebidamente la estima y el aplauso de los hombres, sin provocarse ni envidiarse mutuamente, sino buscando llevar esos buenos frutos con mayor abundancia, que son, a través de Jesucristo, para la alabanza y la gloria de Dios. |
AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |