Jesús el gran sumo sacerdote
12/31/2015
Hebreos 4:11-16
Las Sagradas Escrituras son la palabra de Dios. Cuando Dios la instala por su Espíritu, convence poderosamente, convierte poderosamente y consuela poderosamente. Hace que sea humilde el alma que ha sido orgullosa por mucho tiempo; el espíritu perverso sea manso y obediente. Los hábitos pecaminosos que se han vuelto naturales para el alma, estando profundamente arraigados en ella, son separados y cortados por la espada. Dejará al descubierto a los hombres sus pensamientos y propósitos, las vilezas de muchos, los malos principios que los mueven, las finalidades pecaminosas para las cuales actúan. La palabra mostrará al pecador todo lo que hay en su corazón. Aferrémonos firmes las doctrinas de la fe cristiana en nuestras cabezas, sus principios vivificantes en nuestros corazones, su confesión franca en nuestros labios, y sometámonos a ellos en nuestras vidas. Cristo ejecutó una parte de su sacerdocio en la tierra al morir por nosotros; ejecuta la otra parte en el cielo, alegando la causa y presentando las ofrendas de su pueblo. A criterio de la sabiduría infinita fue necesario que el Salvador de los hombres fuera uno que tuviera el sentimiento de compañero que ningún ser, salvo un congénere, pudiera tener, y por tanto era necesario que experimentara realmente todos los efectos del pecado que pudieran separarse de su verdadera culpa real. Dios envió a su Hijo en la semejanza de la carne de pecado, Romanos viii, 3; pero mientras más santo y puro era Él, menos dispuesto debe de haber estado a pecar en su naturaleza y más profunda debe de haber sido la impresión de su mal; en consecuencia, más preocupado debe de haber estado Él por librar a su pueblo de la culpa y poder del pecado. Nueva criatura
12/30/2015
2 Corintios 5:16-21
El hombre renovado actúa sobre la base de principios nuevos, por reglas nuevas, con finalidades nuevas y con compañía nueva. El creyente es creado de nuevo; su corazón no es sólo enderezado; le es dado un corazón nuevo. Es hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para buenas obras. Aunque es el mismo como hombre, ha cambiado su carácter y conducta. Estas palabras deben significar más que una reforma superficial. El hombre que antes no veía belleza en el Salvador para desearlo, ahora le ama por sobre todas las cosas. El corazón del que no está regenerado está lleno de enemistad contra Dios, y Dios está justamente ofendido con él. Pero puede haber reconciliación. Nuestro Dios ofendido nos ha reconciliado consigo por Jesucristo. Por la inspiración de Dios fueron escritas las Escrituras, que son la palabra de reconciliación; mostrando que había sido hecha la paz por la cruz, y cómo podemos interesarnos en ella. Aunque no puede perder por la guerra ni ganar por la paz, aun así Dios ruega a los pecadores que echen a un lado su enemistad, y acepten la salvación que Él ofrece. Cristo no conoció pecado. Fue hecho pecado; no pecador, sino pecado, una ofrenda por el pecado, un sacrificio por el pecado. El objetivo y la intención de todo esto era que nosotros pudiésemos ser hechos justicia de Dios en Él, pudiésemos ser justificados gratuitamente por la gracia de Dios por medio de la redención que es en Cristo Jesús. ¿Puede alguien perder, trabajar o sufrir demasiado por el que dio a su Hijo amado para que fuera el sacrificio por los pecados de ellos, para que ellos fuesen hechos la justicia de Dios en Él? El amor incondicional de Dios
12/22/2015
1 Juan 4:7-13
El Espíritu de Dios es el Espíritu de amor. El que no ama la imagen de Dios en Su pueblo, no tiene conocimiento salvador de Dios. Pues ser bueno y dar felicidad es la naturaleza de Dios. La ley de Dios es amor; y todos serán perfectamente felices si todos la hubiesen obedecido. La provisión del evangelio, para el perdón de pecado, y la salvación de los pecadores, consistente con la gloria y la justicia de Dios, demuestra que Dios es amor. El misterio y las tinieblas aún penden sobre muchas cosas. Dios se ha demostrado siendo amor para que no podamos dejar de alcanzar la felicidad eterna, a menos que sea por la incredulidad y la impenitencia, aunque la justicia estricta nos condenara a la miseria desesperanzada por romper las leyes de nuestro Creador. Ninguna palabra ni pensamiento de nosotros puede hacer justicia al amor gratuito y asombroso del santo Dios para con los pecadores, que no podrían beneficiarse de Él ni dañarle, a los que Él podría aplastar justicieramente en un momento, y a los que, siendo merecedores de Su venganza, Él muestra el método por el cual fueron salvados aunque Él podía haber creado, por Su Palabra todopoderosa, otros mundos con seres más perfectos si lo hubiera considerado bien. ¿Investigamos todo el universo buscando al amor en sus despliegues más gloriosos? Se halla en la persona y la cruz de Cristo. ¿Existe el amor entre Dios y los pecadores? Aquí estaba el origen, no que nosotros amáramos a Dios sino que Él nos amó libremente. Su amor no podía estar concebido para ser infructuoso en nosotros, y cuando su fin y tema apropiados se ganen y produzcan, puede decirse que está perfeccionado. Así es perfeccionada la fe por sus obras. Así se manifestará que Dios habita en nosotros por Su Espíritu que crea de nuevo. Proverbios 21:1-5
En los días de Salomón, los reyes poseían autoridad absoluta y a menudo se consideraban dioses. Este proverbio muestra que Dios, no los gobernantes terrenales, tiene la autoridad final sobre la política mundial. A pesar de que no se han dado cuenta, los reyes más poderosos de la tierra han estado siempre bajo el control de Dios. La gente puede encontrar una disculpa casi para todo, sin embargo Dios mira detrás de la excusa en busca de los motivos del corazón. A menudo tenemos que tomar decisiones en esferas de la vida donde las buenas acciones resultan difíciles de discernir. Nos ayudaría tomar tales decisiones tratando de identificar los motivos en primer lugar y luego preguntarnos: "¿Le complacerían a Dios mis verdaderas razones para hacer esto?" El no se complace cuando hacemos cosas buenas solo para recibir algo a cambio. Los sacrificios y ofrendas no son sobornos que le hacemos a Dios para que no mire nuestras fallas de carácter. Si nuestros tratos personales y de negocios no se caracterizan por la justicia, ninguna cantidad de generosidad en el plato de la ofrenda la compensará. Guardar los mandamientos
12/17/2015
Salmos 119:9-16
A la corrupción original todos hemos agregado el pecado actual. Es ruina del joven vivir sin ley alguna, o escoger leyes falsas: anden por las reglas de la Escritura. Dudar de nuestra propia sabiduría y fuerza, y depender de Dios, prueba que el propósito de la santidad es sincero. La palabra de Dios es tesoro digno de guardar y no hay dónde guardarlo en forma segura sino en nuestros corazones, para oponer los preceptos de Dios al dominio del pecado, las promesas de Dios a la seducción del pecado, y sus amenazas a la violencia del pecado. Sea nuestra oración que Él nos enseñe sus estatutos para que, siendo partícipes de su santidad, podamos también ser partícipes de su bienaventuranza. Y los que alimentan su corazón con el pan de la vida, deben alimentar a muchos con sus labios. En el camino de los mandamientos de Dios están las inescrutables riquezas de Cristo. Pero no meditamos en los preceptos de Dios para un buen propósito si nuestros buenos pensamientos no producen buenas obras. No sólo meditaré en tus estatutos sino que los haré con regocijo. Y bueno será probar la sinceridad de nuestra obediencia remontándose a su fuente: la realidad de nuestro amor por el gozo en los deberes asignados. El amor lo es todo
12/16/2015
1 Corintios 13:4-7
Algunos de los efectos del amor se estipulan aquí para que sepamos si tenemos esta gracia; y si no la tenemos, no descansemos hasta tenerla. Este amor es una prueba clara de la regeneración y es la piedra de toque de nuestra fe profesada en Cristo. Se quiere mostrar a los corintios con esta bella descripción de la naturaleza y los efectos del amor que, en muchos aspectos, su conducta era un claro contraste con aquel. El amor es el enemigo enconado del egoísmo; no desea ni procura su propia alabanza u honra o provecho o placer. No se trata de que el amor destruya toda consideración de nosotros mismos, ni de que el hombre caritativo deba descuidarse a sí mismo y todos sus intereses. El amor nunca busca lo suyo a expensas del prójimo o descuidando a los demás. Hasta prefiere el bienestar del prójimo antes que su ventaja personal. —¡De qué naturaleza buena y amable es el amor cristiano! ¡Cuán excelente parecería el cristianismo al mundo si los que lo profesan estuvieran más sometidos a este principio divino, y prestaran debida atención al mandamiento en que su bendito Autor pone el énfasis principal! Preguntémonos si este amor divino habita en nuestros corazones. Este principio ¿nos ha llevado a conducirnos como corresponde con todos los hombres? ¿Estamos dispuestos a dejar de lado los objetivos y finalidades egoístas? He aquí un llamado a estar alertas, diligentes y orando. La lengua
12/15/2015
Santiago 3:1-10
Se nos enseña a temer una lengua desenfrenada, como uno de los males más grandes. Los asuntos de la humanidad son arrojados a la confusión por la lengua de los hombres. Cada edad del mundo, y cada condición de vida, privada o pública, da ejemplos de esto. El infierno tiene que ver con el fomento del fuego de la lengua más de lo que piensan generalmente los hombres; cada vez que la lengua de los hombres son empleadas de manera pecaminosa, están encendidas con fuego del infierno. Nadie puede domar la lengua sin la asistencia y la gracia de Dios. La lengua del hombre se refuta a sí misma, porque en un momento pretende adorar las perfecciones de Dios y referir a Él todas las cosas, y en otro momento, condena aun a los hombres buenos si no usan las mismas palabras y expresiones. La religión verdadera no admite contradicciones: ¡cuántos pecados se evitarían si los hombres fueran siempre coherentes! El lenguaje piadoso y edificante es el producto genuino de un corazón santificado; y nadie que entienda el cristianismo espera oír maldiciones, mentiras, jactancias e improperios de la boca del creyente más de lo que espera que un árbol produzca el fruto de otro. Pero los hechos prueban que son más los profesantes que logran frenar sus sentidos y apetitos que refrenar debidamente sus lenguas. Entonces, dependiendo de la gracia divina, cuidémonos de bendecir y no maldecir; y apuntemos a ser coherentes en nuestras palabras y acciones. ¿Qué es la fe real?
12/11/2015
Hebreos 11:1-3
La fe siempre ha sido la marca de los siervos de Dios desde el comienzo del mundo. Donde el Espíritu regenerador de Dios implanta el principio, hará que se reciba la verdad acerca de la justificación por medio de los sufrimientos y los méritos de Cristo. Las mismas cosas que son el objeto de nuestra esperanza son el objeto de nuestra fe. Es una firme persuasión y expectativa de que Dios cumplirá todo lo que nos ha prometido en Cristo. Este convencimiento da al alma el goce de esas cosas ahora; les da una subsistencia o realidad en el alma por las primicias y anticipo de ellas. La fe demuestra a la mente la realidad de las cosas que no se pueden ver con los ojos del cuerpo. Es la plena demostración de todo lo revelado por Dios como santo, justo y bueno. Este enfoque de la fe se explica mediante el ejemplo de muchas personas de tiempos pasados que obtuvieron buen testimonio o un carácter honorable en la palabra de Dios. La fe fue el principio de su santa obediencia, sus servicios notables y sufrimientos pacientes. La Biblia da el relato más veraz y exacto de todas las cosas y tenemos que creerlos sin discutir el relato de la creación que dan las Escrituras, porque no corresponda con las fantasías divergentes de los hombres. Todo lo que vemos de las obras de la creación fueron llevadas a cabo por orden de Dios. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron
12/10/2015
Juan 1:6-14
Juan el Bautista vino a dar testimonio de Jesús. Nada revela con mayor plenitud las tinieblas de la mente de los hombres que cuando apareció la Luz y hubo necesidad de un testigo para llamar la atención a ella. Cristo era la Luz verdadera; esa gran Luz que merece ser llamada así. Por su Espíritu y gracia ilumina a todos los que están iluminados para salvación; y los que no están iluminados por Él, perecen en las tinieblas. Cristo estuvo en el mundo cuando asumió nuestra naturaleza y habitó entre nosotros. El Hijo del Altísimo estuvo aquí en este mundo inferior. Estuvo en el mundo, pero no era del mundo. Vino a salvar a un mundo perdido, porque era un mundo de Su propia hechura. Sin embargo, el mundo no le conoció. Cuando venga como Juez, el mundo le conocerá. Muchos dicen que son de Cristo, aunque no lo reciben porque no dejan sus pecados ni permiten que Él reine sobre ellos. Todos los hijos de Dios son nacidos de nuevo. Este nuevo nacimiento es por medio de la palabra de Dios, 1 Pedro i, 23, y por el Espíritu de Dios en cuanto a Autor. Por su presencia divina Cristo siempre estuvo en el mundo, pero, ahora que iba a llegar el cumplimiento del tiempo, Él fue, de otra manera, Dios manifestado en la carne. Obsérvese, no obstante, los rayos de su gloria divina que perforaron este velo de carne. Aunque tuvo en la forma de siervo, en cuanto a las circunstancias externas, respecto de la gracia su forma fue la del Hijo de Dios cuya gloria divina se revela en la santidad de su doctrina y en sus milagros. Fue lleno de gracia, completamente aceptable a su Padre, por tanto, apto para interceder por nosotros; y lleno de verdad, plenamente consciente de las cosas que iba a revelar. El sacrificio de Cristo
12/8/2015
Hebreos 9:23-28
Evidente es que los sacrificios de Cristo son infinitamente mejores que los de la ley, que no podían procurar el perdón por el pecado ni impartir poder contra el pecado que hubiera seguido sobre nosotros, y hubiera tenido dominio de nosotros, pero Jesucristo, por un sacrificio, destruyó las obras del diablo, para que los creyentes fuesen hechos justos, santos y felices. Como ninguna sabiduría, conocimiento, virtud, riqueza o poder puede impedir que muera uno de la raza humana, así nada puede librar a un pecador de ser condenado en el día del juicio, salvo el sacrificio expiatorio de Cristo; ni tampoco será salvado del castigo eterno aquel que desprecie o rechace esta gran salvación. El creyente sabe que su Redentor vive y que lo verá. Aquí está la fe y la paciencia de la Iglesia, de todos los creyentes sinceros. De ahí, pues, su oración continua como fruto y expresión de la fe de ellos. Amén, así sea, ven, Señor Jesús. |
AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |