Dios me amo primero
4/21/2014
Dios me amo primero
1 Juan 4:7-21 El Espíritu de Dios es el Espíritu de amor. El que no ama la imagen de Dios en Su pueblo, no tiene conocimiento salvador de Dios. Pues ser bueno y dar felicidad es la naturaleza de Dios. La ley de Dios es amor; y todos serán perfectamente felices si todos la hubiesen obedecido. La provisión del evangelio, para el perdón de pecado, y la salvación de los pecadores, consistente con la gloria y la justicia de Dios, demuestra que Dios es amor. El misterio y las tinieblas aún penden sobre muchas cosas. Dios se ha demostrado siendo amor para que no podamos dejar de alcanzar la felicidad eterna, a menos que sea por la incredulidad y la impenitencia, aunque la justicia estricta nos condenara a la miseria desesperanzada por romper las leyes de nuestro Creador. Ninguna palabra ni pensamiento de nosotros puede hacer justicia al amor gratuito y asombroso del santo Dios para con los pecadores, que no podrían beneficiarse de Él ni dañarle, a los que Él podría aplastar justicieramente en un momento, y a los que, siendo merecedores de Su venganza, Él muestra el método por el cual fueron salvados aunque Él podía haber creado, por Su Palabra todopoderosa, otros mundos con seres más perfectos si lo hubiera considerado bien. ¿Investigamos todo el universo buscando al amor en sus despliegues más gloriosos? Se halla en la persona y la cruz de Cristo. ¿Existe el amor entre Dios y los pecadores? Aquí estaba el origen, no que nosotros amáramos a Dios sino que Él nos amó libremente. Su amor no podía estar concebido para ser infructuoso en nosotros, y cuando su fin y tema apropiados se ganen y produzcan, puede decirse que está perfeccionado. Así es perfeccionada la fe por sus obras. Así se manifestará que Dios habita en nosotros por Su Espíritu que crea de nuevo. El cristiano que ama es el cristiano perfecto; póngalo en cualquier deber bueno y es perfecto para eso, es experto en eso. El amor aceita las ruedas de sus afectos y lo pone en eso que es útil para sus hermanos. El hombre que se ocupa de algo con mala voluntad, siempre lo hace mal. Que Dios habite en nosotros y nosotros en Él, eran palabras demasiado elevadas para que las usaran los mortales si Dios no las hubiera puesto delante de nosotros. Pero, ¿cómo puede saberse si el testimonio de esto procede del Espíritu Santo? Aquellos que están verdaderamente persuadidos de ser los hijos de Dios no pueden sino llamarlo Abba, Padre. Por amor a Él, odian el pecado y todo lo que no concuerde con Su voluntad, y tienen el deseo sano de todo corazón de hacer Su voluntad. Tal testimonio es el testimonio del Espíritu Santo. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |