“Dios, sé propicio a mí, pecador”.
8/23/2013
“Dios, sé propicio a mí, pecador”.
Desde el más noble hasta el más humilde, todos nos creemos mejores de lo que en realidad somos. En nuestro interior nos halagamos con la idea de que no somos tan malos como otros, y que hay algo en nosotros que nos hace dignos de las bendiciones de Dios. "Muchos hombres pregonan cada cual el bien que han hecho." Pro_20:6. Y olvidamos lo que dicen las Escrituras: "Todos ofendemos en muchas cosas." "No hay hombre justo sobre la tierra, que haga bien, y nunca peque." "¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y que se justifique el nacido de mujer?" Jam_3:2; Ecles. 7:10; Job_15:14. El mejor remedio que el hombre puede emplear contra este pecado es el conocimiento de sí mismo. Si el Espíritu ilumina nuestro entendimiento y nos hace ver tales como somos, es bien seguro que dejaremos de hacer alarde de nuestra bondad. Si examinamos nuestro corazón y estudiamos la ley de Dios, no volveremos jamás á jactarnos, mas antes bien, exclamaremos como el leproso: "¡Inmundo!, ¡Inmundo!" Lev_13:45. Notemos, en seguida, qué oración condenó nuestro Señor. Refiéresenos que el fariseo dijo: "Dios, te hago gracias que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como esta publicano. Ayuno dos veces en la semana: doy diezmos de todo lo que poseo.. Esta oración tiene un defecto, defecto tan patente que hasta un niño podría notarle, es á saber: que no es la expresión de un alma oprimida por el pecado y por el dolor. No contiene ni confesión, ni petición, ni reconocimiento de culpa alguna, ni deseo de obtener gracia y misericordia. No es sino la manifestación jactanciosa de méritos imaginarios. No expresa ni contrición, ni humildad, ni amor hacia el prójimo. En una palabra, no merece el nombre de oración. La condición espiritual del fariseo era peligrosa en verdad, Cuando la parálisis se apodera del cuerpo, este queda en un estado bien triste; cuando el hombre no reconoce sus pecados, está en gran riesgo de perderse. El que quiera evitar tamaña calamidad es preciso que deje de compararse con sus semejantes. Todos somos imperfectos é indignos á los ojos de Dios. "Si quisiéremos contender con él, no le podremos responder á una cosa de mil.. Notemos, en tercer lugar, qué oración alabó Jesús. Esa oración era totalmente distinta de la del fariseo. Se nos dice que el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo; mas hería su pecho, diciendo: "Dios ten misericordia de mí pecador." Nuestro Señor expresó explícitamente su opinión á favor de esta oración. He aquí las palabras que salieron de sus divinos labios: "Os digo que este descendió á su casa justificado más bien que el otro.. La oración del publicano llena cinco requisitos importantes. Primero el de contener una petición: una oración que consiste solo en acción de gracias es radicalmente deficiente--puede sentar bien en los labios de un ángel más no en los de un pecador. Segundo, el de ser individual y directa: el publicano no mencionó á su prójimo, sino á sí mismo. La vaguedad é indeterminación son faltas que afean la religión de muchos hombres. Cuando en lugar de decir "nosotros" y "nuestro" se dice "yo" y "mí" se ha dado un gran paso hacia adelante. Tercero, el de ser humilde: el publicano confesó claramente que era pecador. He aquí el A, B, C, del Cristianismo. No es sino cuando confesamos que somos malos, que podemos llegar á ser buenos. Cuarto, el de implorar misericordia ante todas cosas, y manifestar fe en la gracia de Dios. Gracia y misericordia, he aquí lo que hemos de pedir diariamente. Quinto, y último, el de emanar del corazón. El publicano se sintió profundamente conmovido al elevar sus ruegos: se daba golpes de pecho, lo cual indicaba que estaba agitado por emociones que no y humillado. Meditemos mucho sobre estas cosas. Notemos, por último, cuánto alaba nuestro Señor la humildad en estos versículos. He aquí sus palabras: "Cualquiera que se ensalza será humillado; y el que se humilla será ensalzado.. El principio que estas palabras expresan se encuentra á cada paso en las Escrituras, y debiera, por tanto, estar profundamente grabado en nuestra memoria. Tres veces distintas y en distintas ocasiones pronunció nuestro Señor las palabras citadas. Quiso que tuviésemos siempre en cuenta que la humildad es una de las primeras virtudes que deben caracterizar al cristiano. Abrahán, Jacob, Moisés, David, Job, Isaías y Daniel la poseyeron en alto grado. No podemos terminar este pasaje sin reconocer cuánto consuelo ofrece á todos los que se sienten apesarados por sus pecados, é imploran á Dios misericordia por amor de Cristo. ¿Son sus pecados muchos y muy negros? ¿Les parece que sus oraciones son incoherentes, mal expresadas y faltas de fervor? Que recuerden al publicano y cobren ánimo. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |