Salmos 119:153-160
Mientras más nos aferremos a la palabra de Dios, como nuestra regla y nuestro apoyo, más seguridad tenemos de liberación. Cristo es el Abogado de su pueblo, su Redentor. Los que fueron vivificados por su Espíritu y su gracia, cuando estaban muertos en sus delitos y pecados, necesitan frecuentemente que la obra de gracia sea revivida en ellos, conforme a la palabra de la promesa. El impío no sólo no cumple los estatutos de Dios; ni siquiera los buscan. Se halagan a sí mismos con que van al cielo, pero mientras más tiempo persistan en el pecado, más se aleja de ellos el cielo. Las misericordias de Dios son tiernas; son fuente que nunca puede ser agotada. El salmista ruega la gracia vivificante de Dios que revive. El hombre constante en el camino de su deber no tiene que temer a nadie, aunque tenga muchos enemigos. Los que en verdad odian el pecado, lo odian como pecado, como transgresión de la ley de Dios y quebrantamiento de su palabra. Nuestra obediencia complace a Dios, y a nosotros, únicamente cuando proviene de un principio de amor. Todos los que reciben, en toda edad, la palabra de Dios con fe y amor, encuentran que es fiel todo lo que dice en ella. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Archives
March 2023
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