LA VOLUNTAD DEL PADRE
2/2/2024
Juan 6:35-46
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que, aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: ¿Del cielo he descendido? 43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. El descubrimiento de su culpabilidad, peligro y remedio, por la enseñanza del Espíritu Santo, hace que los hombres estén dispuestos y contentos de venir, y dejar todo lo que impide aplicar a él para la salvación. La voluntad del Padre es que ninguno de los que fueron entregados al Hijo sea rechazado o perdido por él. Nadie vendrá hasta que la gracia divina haya subyugado y cambiado en parte su corazón; por lo tanto, nadie que venga será rechazado. El Evangelio no encuentra a nadie dispuesto a ser salvado de la manera humilde y santa que en él se da a conocer; pero Dios atrae con su palabra y el Espíritu Santo; y el deber del hombre es oír y aprender; es decir, recibir la gracia ofrecida y consentir en la promesa. Nadie había visto al Padre sino su amado Hijo; y los judíos debían esperar ser enseñados por su poder interior sobre sus mentes, y por su palabra, y los ministros que enviaba entre ellos. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |