HAMBRE DE DIOS
2/23/2024
Salmos 42
LIBRO II Mi alma tiene sed de Dios Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré. 42 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? 3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? 4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. 5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. 6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar. 7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. 8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida. 9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? 10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios? 11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Meditar en la palabra de Dios es hablar con nosotros mismos acerca de las grandes cosas contenidas en ella, con una aplicación cercana de la mente y la fijación del pensamiento. Debemos tener constante consideración con la palabra de Dios, como la regla de nuestras acciones, y la fuente de nuestras comodidades; y tenerlo en nuestros pensamientos noche y día. Para este propósito, no hay tiempo perdido. Los impíos son lo contrario de los justos, tanto en carácter como en condición. Los impíos no son así, ver. 4; son guiados por el consejo de los impíos, en el camino de los pecadores, al asiento de los despreciativos; no se deleitan en la ley de Dios; no dan fruto sino lo que es malo. Los justos son como árboles útiles y fructíferos: los impíos son como la paja que el viento expulsa: el polvo que el dueño del piso desea haber expulsado, ya que no tiene ningún uso. No tienen valor en la cuenta de Dios, cuán altamente puedan valorarse a sí mismos. Son fácilmente conducidos de un lado a otro por cada viento de tentación. La paja puede estar, por un tiempo, entre el trigo, pero Él viene, cuyo abanico está en su mano, y quien purgará completamente su piso. Aquellos que, por su propio pecado y necedad, se convierten en paja, se encontrarán así antes del torbellino y el fuego de la ira divina. El destino de los impíos es fijo, pero cada vez que el pecador se vuelve sensible a esta culpa y miseria, puede ser admitido en la compañía de los justos por Cristo de la manera viva, y convertirse en Cristo en una nueva criatura. Tiene nuevos deseos, nuevos placeres, esperanzas, miedos, penas, compañeros y empleos. Sus pensamientos, palabras y acciones cambian. Entra en un nuevo estado y tiene un nuevo personaje. He aquí, todas las cosas se vuelven nuevas por la gracia divina, que cambia su alma a la imagen del Redentor. Cuán diferente es el carácter y el fin de los impíos. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |