La gracia salvadora
1/3/2014
La gracia salvadora
Tito 2:11-15 Pablo proclama el himno de la gracia y benevolencia divinas. En la hora determinada en el plan salvador de Dios se ha revelado el amor y benevolencia divina infinita e inefable, que han aparecido en Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios que se ha hecho hombre. él es esta benevolencia y amor divinos en su persona divina. En él ofrece Dios a todos los hombres, sin excepción alguna, la salvación. «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna» ( Joh_3:16). ésta es la salud que deben alcanzar todos los hombres: la liberación de la muerte eterna, la posesión de la vida eterna. La benevolencia divina no conoce límites. Dios ofrece la salud en Jesucristo a todos los hombres sin distinción de personas, de situación social o de raza. Este amor de Dios es incomprensible y, al mismo tiempo, definitivo para el tiempo y la eternidad; sin embargo, obliga al hombre a una decisión clara, sea que se abra o que se cierre a esta llamada amorosa de Dios. El Apóstol describe la actividad impulsora de la gracia de Dios manifestada en Jesucristo. Esta se muestra en primer lugar de una manera negativa, en cuanto conduce a los cristianos a una ruptura radical con una vida de «impiedad» y de placeres mundanos. El bautismo cristiano, en efecto, significa el fin de una vida del hombre que se hallaba anclada en el pecado y en los placeres terrenos (cf. 1Jo_2:16). «Por el bautismo hemos sido sepultados con él en su muerte, a fin de que, como Cristo resucitó de la muerte para la gloria del Padre, así caminemos en novedad de vida» (Rom_6:4). Así pues, lo que ha surgido mediante el bautismo lo continúa la gracia divina, al darnos fuerza suficiente para una vida cristiana nueva, que se deja ver en tres aspectos. Con respecta al propió yo es una vida de prudencia y de disciplina, con miras al prójimo es una vida de honradez, con respecto a Dios es una vida de piedad. El hombre, sólo con sus propias fuerzas, es incapaz de llevar una vida semejante, lo podrá realizar por la fuerza de la gracia de Dios, que únicamente le proporciona la aptitud para ello. La conciencia de estar sustentado por esta fuerza de la gracia de Dios, permite al Apóstol decir confiadamente: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Phi_4:13). Pero el cristiano no encuentra en el mundo actual la meta definitiva de su vida, vive en esperanza, su vida está sustentada por la esperanza en la venida del Señor. Así pues, aguarda la consumación de la salud venidera, y la plenitud de la salvación. Unida a la fe y al amor, esta esperanza constituye una estructura fundamental de toda vida cristiana (cf. 1Co_13:13); los cristianos perseveran en la «esperanza en Jesucristo nuestro Señor» (1Th_1:3). Esta esperanza viene a ser para los cristianos «un ancla firme y segura, ... que va penetrando hasta detrás del velo» ( Heb_6:19), el ancla que el cristiano arroja en los abismos del cielo. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |