LA HUMILDAD DE SIERVO
7/29/2022
Juan 13:1-17
Nuestro Señor Jesús tiene un pueblo en el mundo que es suyo; los compró y pagó caro por ellos, y los puso aparte para sí; ellos se rinden a Él como pueblo peculiar. A los que Cristo ama, los ama hasta lo sumo. Nada puede separar del amor de Cristo al creyente verdadero. No sabemos cuando llegará nuestra hora, por eso, lo que tenemos que hacer como preparativo constante para ella, nunca debe quedar sin hacer. No podemos saber qué camino de acceso a los corazones de los hombres tiene el diablo, pero algunos pecados son tan excesivamente pecaminosos, y es tan poca la tentación a ellos de parte del mundo y la carne, que es evidente que vienen directamente de parte de Satanás. Jesús lavó los pies de los discípulos para enseñarnos a pensar que nada nos rebaja si podemos fomentar la gloria de Dios y el bien de nuestros hermanos. Debemos dirigirnos al deber y dejar de lado todo lo que impida lo que tenemos que hacer. Cristo lavó los pies de los discípulos para representarles el valor del lavado espiritual, y la limpieza del alma de las contaminaciones del pecado. Nuestro Señor Jesús hace muchas cosas cuyo significado ni sus discípulos saben en el presente, pero lo sabrán después. Al final vemos qué era lo bueno de los hechos que parecían peores. No es humildad, sino incredulidad rechazar la oferta del evangelio como si fueran demasiado ricos para que sea para nosotros o noticia demasiado buena para ser cierta. Todos los que son espiritualmente lavados por Cristo tienen parte en Él, y solamente ellos. A todos los que Cristo reconoce y salva, los justifica y santifica. Pedro se somete más de lo requerido; ruega ser lavado por Cristo. ¡Cuán ferviente es por la gracia purificadora del Señor Jesús, y el efecto total de ella, hasta en sus manos y cabeza! Los que desean verdaderamente ser santificados, desean ser santificados por completo, y que sea purificado todo el hombre, en todas sus partes y poderes. El creyente verdadero es así lavado cuando recibe a Cristo para su salvación. Entonces, véase cuál debe ser el afán diario de quienes, por gracia, están en un estado justificado, esto es, lavar sus pies; limpiar la culpa diaria, y estar alertas contra toda cosa contaminante. Esto debe hacernos sumamente cautos. Desde el perdón de ayer debemos ser fortalecidos contra la tentación de este día. Cuando se descubren hipócritas, no debe ser sorpresa ni causa de tropiezo para nosotros. Fijaos en la lección que enseña aquí Cristo. Los deberes son mutuos; debemos aceptar ayuda de nuestros hermanos y debemos darles ayuda. Cuando vemos que nuestro Maestro sirve, no podemos sino ver cuán inconveniente es dominar para nosotros. Y el mismo amor que llevó a Cristo a rescatar y reconciliar a sus discípulos, cuando eran enemigos, aún influye sobre Él. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |