Las escrituras: nuestra esperanza
6/16/2016
Romanos 15:1-7
La libertad cristiana se permitió, no para nuestro placer, sino para la gloria de Dios y para bien del prójimo. Debemos agradar a nuestro prójimo por el bien de su alma; no para servir su malvada voluntad, ni contentarlo de manera pecaminosa; si así buscamos agradar a los hombres, no somos siervos de Cristo. Toda la vida de Cristo fue una vida de negación y no agradarse a sí mismo. El que más se conforma a Cristo es el cristiano más avanzado. Considerando su pureza y santidad inmaculadas, nada podía ser más contrario a Él, que ser hecho pecado y maldición por nosotros, y que cayeran sobre Él los reproches de Dios: el justo por el injusto. Él llevó la culpa del pecado, y la maldición de éste; nosotros sólo somos llamados a soportar un poco del problema. Él llevó los pecados impertinentes del impío; nosotros sólo somos llamados a soportar las fallas del débil. El consuelo que surge de la palabra de Dios es lo más seguro, dulce y grandioso para anclar la esperanza. El Espíritu como Consolador es las arras de nuestra herencia. Esta unanimidad debe estar de acuerdo con el precepto de Cristo, conforme a su patrón y ejemplo. Es dádiva de Dios, y dádiva preciosa es, por la cual debemos buscarle fervorosamente. Nuestro Maestro divino invita a sus discípulos y los alienta mostrándose a ellos manso y humilde de espíritu. La misma disposición debe caracterizar la conducta de sus siervos, especialmente la del fuerte para con el débil. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |