ORAR EFICAZMENTE
1/28/2020
Santiago 5:12-18
Se condena el pecado de jurar; pero ¡cuántos toman a la ligera el jurar profano corriente! Tales juramentos arrojan desprecio expreso contra el nombre y la autoridad de Dios. Este pecado no produce ganancia, placer ni fama, pero muestra una enemistad contra Dios que no es necesaria ni tiene provecho. Muestra que el hombre es enemigo de Dios, por más que pretenda llamarse con su nombre, o participar a veces en los actos de adoración. Pero el Señor no considerará inocentes a quienes toman su nombre en vano. En el día de la aflicción nada es más oportuno que la oración. Entonces el espíritu está más humillado y el corazón, quebrantado y blando. Es necesario ejercer fe y esperanza en las aflicciones; y la oración es el medio establecido para obtener e incrementar esas gracias. Fíjese que la salvación del enfermo no se atribuye a la unción con aceite, sino a la oración. En un momento de enfermedad no es la oración fría y formal la que es efectiva, sino la oración de fe. La gran cosa que debemos rogar de Dios para nosotros y los demás en el tiempo de enfermedad es el perdón de pecado. Que nada se haga para estimular a nadie a tardar, con la equivocada noción de que una confesión, una oración, la absolución y la exhortación de parte de un ministro, o el sacramento, arreglarán todo en el último momento, cuando se han descuidado los deberes de la vida piadosa. La confesión mutua de nuestras faltas ayudará mucho a la paz y al amor fraternal. Mucho sirve cuando una persona justa, un creyente verdadero, justificado en Cristo, y por su gracia, que anda delante de Dios en santa obediencia, presenta una oración ferviente eficaz, puesta en su corazón por el poder del Espíritu Santo, la que produce afectos santos y expectativas de fe, y así guía con fervor a pedir las promesas de Dios en su trono de misericordia. El caso de Elías demuestra el poder de la oración. No debemos mirar al mérito del hombre cuando oramos, sino a la gracia de Dios. No basta decir una oración sino debemos pedir en la oración. Los pensamientos deben quedar fijos, los deseos deben ser firmes y ardientes, y las gracias deben ejercerse. Este caso del poder de la oración da ánimos a todo cristiano para orar eficazmente. Dios nunca dice a nadie de la simiente de Jacob: “Buscad en vano mi rostro”. Donde pueda parecer que no es un gran milagro de Dios al Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |