¿Por qué te abates, oh alma mía?
12/1/2016
Salmos 42:6-11
El camino para olvidar nuestras miserias es recordar al Dios de nuestras misericordias. David vio aflicciones procedentes de la ira de Dios y eso lo desanimó. Pero si un problema sigue al otro, si todo parece combinarse para arruinarnos, recordemos que todos son planificados y gobernados por el Señor. David considera el favor divino como la fuente de todo el bien que él espera. En el nombre del Salvador esperamos y oramos. Una palabra suya calma toda tormenta y vuelve en luz de mediodía las tinieblas de la medianoche, cambia las quejas más amargas en alabanzas de regocijo. Nuestra expectativa de fe en la misericordia debe avivar nuestras oraciones. A la larga, su fe salió vencedora, animándolo a confiar en el nombre del Señor y a permanecer en su Dios. Agrega: Y Dios mío ; este pensamiento le capacitó para triunfar sobre todas sus penas y temores. Nunca pensemos que el Dios de nuestra vida y la Roca de nuestra salvación, se ha olvidado de nosotros si hemos establecido nuestro refugio en su misericordia, verdad y poder. Así, el salmista luchó contra su desencanto; por fin, obtuvieron la victoria su fe y esperanza. Aprendamos a controlar todas las dudas y los temores incrédulos. Apliquemos la promesa primero a nosotros y, luego, pidámosla a Dios. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Archives
September 2023
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