RECIBIDO Y ACEPTADO POR MI PADRE
7/30/2022
Lucas 15:11-32 Parábola del hijo pródigo 11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. La parábola del hijo pródigo muestra la naturaleza del arrepentimiento y la prontitud del Señor para acoger bien y bendecir a todos los que vuelven a Él. Expone plenamente las riquezas de la gracia del evangelio; y ha sido y será, mientras dure el mundo, de utilidad indecible para los pobres pecadores, para guiarlos y alentarlos a arrepentirse y a regresar a Dios. Malo es, y es el peor comienzo, cuando los hombres consideran los dones de Dios como deuda. La gran necedad de los pecadores, y lo que los arruina, es estar contentos con recibir sus cosas buenas durante su vida. Nuestros primeros padres se destruyeron, a sí mismos y a toda la raza, por la necia ambición de ser independientes, y esto está en el fondo de la persistencia de los pecadores en su pecado. Todos podemos discernir algunos rasgos de nuestro propio carácter en el del hijo pródigo. Un estado pecaminoso es un estado de separación y alejamiento de Dios. Un estado pecaminoso es un estado de derroche: los pecadores voluntarios emplean mal sus pensamientos y los poderes de su alma, gastan mal su tiempo y todas las oportunidades. Un estado pecaminoso es un estado de necesidad. Los pecadores carecen de las cosas necesarias para su alma; no tienen comida ni ropa para ellos, ni ninguna provisión para el más allá. Un estado pecaminoso es un vil estado de esclavitud. El negocio de los siervos del demonio es hacer provisión para la carne, cumplir sus lujurias y eso no es mejor que alimentar los cerdos. Un estado pecaminoso es un estado de descontento constante. La riqueza del mundo y los placeres de los sentidos ni siquiera satisfacen nuestros cuerpos, pero ¡qué son en comparación con el valor de las almas! Un estado pecaminoso es un estado que no puede buscar alivio de ninguna criatura. En vano lloramos al mundo y a la carne; tienen lo que envenena el alma, pero nada tienen que la alimente y nutra. Un estado pecaminoso es un estado de muerte. El pecador está muerto en delitos y pecados, desprovisto de vida espiritual. Un estado pecaminoso es un estado perdido. Las almas que están separadas de Dios, si su misericordia no lo evita, pronto estarán perdidas para siempre. El desgraciado estado del hijo pródigo sólo es una pálida sombra de la horrorosa ruina del hombre por el pecado, ¡pero cuán pocos son sensibles a su propio estado y carácter! Habiendo visto el hijo pródigo en su abyecto estado de miseria, tenemos que considerar en seguida su recuperación. Esto empieza cuando vuelve en sí. Ese es un punto de retorno en la conversión del pecador. El Señor abre sus ojos y le convence de pecado; entonces, se ve a sí mismo, y a todo objeto bajo una luz diferente de la de antes. Así, el pecador convicto percibe que el siervo más pobre de Dios es más dichoso que él. Mirar a Dios como Padre, y nuestro Padre, será muy útil para nuestro arrepentimiento y regreso a Él. El hijo pródigo se levantó y no se detuvo hasta que llegó a su casa. Así, el pecador arrepentido deja resueltamente la atadura de Satanás y sus lujurias, y regresa a Dios por medio de la oración, a pesar de sus temores y desalientos. El Señor lo sale a encontrar con muestras inesperadas de su amor perdonador. Nuevamente, la recepción del pecador humillado es como la del pródigo. Es vestido con el manto de la justicia del Redentor, hecho partícipe del Espíritu de adopción, preparado por la paz de conciencia y la gracia del evangelio para andar en los caminos de la piedad, y festejado con consolaciones divinas. Los principios de la gracia y la santidad obran en él, para hacer y para querer. En la última parte de esta parábola tenemos el carácter de los fariseos, aunque no de ellos solos. Establece la bondad del Señor y la soberbia con que se recibe su bondad de gracia. Los judíos, en general, mostraron el mismo espíritu hacia los gentiles convertidos; y cantidades de ellos en toda época objetan el evangelio y a sus predicadores sobre la misma base. ¡Cómo será ese temperamento que incita al hombre a despreciar y aborrecer a aquellos por quienes derramó su preciosa sangre el Salvador, ésos que son objetos de la elección del Padre, y templos del Espíritu Santo! Esto brota del orgullo, la preferencia del sí mismo y la ignorancia propia del corazón del hombre. La misericordia y la gracia de nuestro Dios en Cristo brillan casi con tanto fulgor en su tierna y gentil tolerancia para con los santos beligerantes como para recibir a los pecadores pródigos que se arrepienten. Dicha indecible de todos los hijos de Dios, que se mantienen cerca de la casa de su Padre, es que estén, y estarán siempre con Él. Dicha será para los que acepten agradecidos la invitación de Cristo. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Archives
September 2023
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