Juan 13;1-17
A los que Cristo ama, los ama hasta lo sumo. Nada puede separar del amor de Cristo al creyente verdadero. No sabemos cuándo llegará nuestra hora, por eso, lo que tenemos que hacer como preparativo constante para ella, nunca debe quedar sin hacer. Jesús lavó los pies de los discípulos para enseñarnos a pensar que nada nos rebaja si podemos fomentar la gloria de Dios y el bien de nuestros hermanos. Debemos dirigirnos al deber y dejar de lado todo lo que impida lo que tenemos que hacer. Cristo lavó los pies de los discípulos para representarles el valor del lavado espiritual, y la limpieza del alma de las contaminaciones del pecado. Nuestro Señor Jesús hace muchas cosas cuyo significado ni sus discípulos saben en el presente, pero lo sabrán después. Al final vemos qué era lo bueno de los hechos que parecían peores. No es humildad, sino incredulidad rechazar la oferta del evangelio como si fueran demasiado ricos para que sea para nosotros o noticia demasiado buena para ser cierta. Todos los que son espiritualmente lavados por Cristo tienen parte en Él, y solamente ellos. A todos los que Cristo reconoce y salva, los justifica y santifica. El creyente verdadero es así lavado cuando recibe a Cristo para su salvación. Desde el perdón de ayer debemos ser fortalecidos contra la tentación de este día. Cuando se descubren hipócritas, no debe ser sorpresa ni causa de tropiezo para nosotros. El mismo amor que llevó a Cristo a rescatar y reconciliar a sus discípulos, cuando eran enemigos, aún influye sobre Él. Comments are closed.
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AuthorEscrito Por La Pastora Trini Ildefonso Ministerio LRC Categories |